lunes, 12 de octubre de 2009

Los brazos de Romell Broom


El paralelismo de estas dos noticias tiene que ver con uno de los inventos mas auténticamente humanos, la tortura. Una de ellas la leí en el diario El País de Madrid y la otra, cuya fuente es LT9 / Datasantafe, me la enviaron a mi mail. La primera es la declaración jurada de Romell Broom tras 18 pinchazos de inyección letal fallidos (si, leyeron bien, dieciocho) en el Estado de Ohaio este 15 de septiembre. La otra es una denuncia de Roberto Cepeda, ex integrante de Montoneros contra monseñor Casaretto en una emisora de Santa Fe. Como en cualquiera de las dos da la impresión de no haber justicia que valga, les diría desde el vamos que lean y juzguen ustedes mismos. Mariana Hernández Larguía.

Dieciocho pinchazos fallidos

Un equipo de aplicación de la pena capital en el Estado de Ohio fracasó en el intento de matar con una inyección letal a Romell Broom, de 53 años, el 15 de septiembre pasado. La ejecución fue suspendida por el gobernador, Ted Strickland, después de que el condenado hubiera recibido 18 pinchazos en diversas partes del cuerpo. Lo que sigue es la traducción de la declaración presentada por el superviviente de este ajusticiamiento fallido.

Yo, Romell Broom, preso en el corredor de la muerte de Lucasville (Ohio), fui llevado a mi ejecución por inyección letal el pasado 15 de septiembre. Tras sufrir 18 pinchazos fallidos a lo largo de tres horas, la ejecución fue suspendida. Ésta es mi declaración jurada de aquellos hechos

EN EL TRIBUNAL DE DISTRITO DE ESTADOS UNIDOS
DISTRITO SUR DE OHIO
ROMELL BROOM contraTED STRICKLAND
CONDADO DE SCIOTO. ESTADO DE OHIO
DECLARACIÓN JURADA DE ROMELL BROOM:
Por la presente, yo, Romell Broom, declaro y doy fe de lo siguiente:
1. Estoy interno en el corredor de la muerte en el Estado de Ohio.
2. Mi ejecución estaba prevista para el martes 15 de septiembre de 2009. La ejecución debía llevarse a cabo en la Prisión Sur (Southern Correctional Facility, SOCF), en Lucasville, Ohio.
3. Los funcionarios de prisiones me llevaron de la Penitenciaría del Estado de Ohio a la SOCF, el 14 de septiembre de 2009.
4. Tras mi llegada, vino una enfermera al lugar en el que estaba albergado, la celda J-1. La enfermera llegó, encontró dos venas en mi brazo derecho y mi brazo izquierdo, me ató el brazo y tomó nota de lo que había encontrado.
5. Después de que viniera la enfermera, los funcionarios de prisiones estuvieron ofreciéndome líquidos todo el tiempo. Yo acepté. Durante ese día bebí café, Kool-Aid y agua. Tomé siete tazas de café, cinco tazas de agua y tres tazas de Kool-Aid.
6. El 15 de septiembre de 2009, me desperté, me duché y hablé con mi hermano por teléfono. En un momento dado, el jefe de los funcionarios encargados de la ejecución me contó que uno de los tribunales estaba revisando mi caso y que la ejecución se había retrasado mientras tanto. Debido a la longitud del retraso, creí que el tribunal iba a aceptar mis argumentos en favor de un recurso.
7. Sin embargo, alrededor de las 14.00, mi abogada me informó de que el tribunal había rechazado mi apelación y que no quedaban más vías de acción. El Estado iba a seguir adelante con mi ejecución.
8. Cuando estaba en la celda, el funcionario jefe Phillip Kerns entró con varios guardias y me leyó la orden de ejecución. Después entraron dos enfermeros que me dijeron que me tumbase. Uno de los enfermeros era un hombre blanco y la otra una mujer blanca.
9. Había tres guardias presentes en la habitación. Un guardia estaba a mi derecha, otro a mi izquierda y otro junto a mis pies.
10. Los enfermeros intentaron acceder simultáneamente a las venas de mis brazos. La enfermera intentó en tres ocasiones acceder a las venas en el centro de mi brazo izquierdo. El enfermero intentó en tres ocasiones acceder a las venas en el centro de mi brazo derecho.
11. Después de esos seis intentos, los enfermeros me dijeron que descansara un poco. Seguí tendido en la cama durante dos minutos y medio, aproximadamente.
12. Después de la pausa, la enfermera intentó dos veces acceder a las venas de mi brazo izquierdo. Debió de pinchar un músculo porque el dolor me hizo gritar. El enfermero intentó tres veces acceder a las venas de mi brazo derecho. La primera vez, el enfermero consiguió acceder a una vena en mi brazo derecho. Intentó insertar la vía intravenosa, pero la perdió y empezó a correrme la sangre por el brazo. La enfermera salió de la habitación. El funcionario de prisiones le preguntó si se encontraba bien. Ella respondió: "No", y se fue.
13. Los funcionarios encargados de la ejecución declararon que aquello era difícil para todos y sugirieron hacer otra pausa. Entonces se fue el enfermero. El funcionario que estaba a mi derecha me tocó en el hombro derecho y me dijo que me relajara mientras descansábamos un momento. A esas alturas, estaba muy dolorido. Las heridas de los pinchazos me dolían y hacían que me fuera difícil estirar o mover los brazos.
14. El enfermero regresó con unas toallas calientes que colocó en su brazo izquierdo. Colocó las toallas sobre mis brazos y masajeó mi brazo izquierdo. Me dijo que las toallas les ayudarían a acceder a las venas.
15. Después de aplicar las toallas, el enfermero intentó acceder a mis venas, una vez en el centro de mi brazo izquierdo y tres veces más en la mano izquierda. Después del tercer intento de acceder a las venas en las manos, el enfermero comentó que el consumo de heroína me había dañado las venas. Ese comentario me disgustó porque nunca he consumido heroína ni ninguna otra droga intravenosa. Le repliqué al enfermero que nunca le había dicho que hubiera consumido heroína.
16. El enfermero siguió diciendo que la vena estaba allí pero que no podían cogerla. Intenté colaborar ayudando a atar mi propio brazo. Un funcionario de prisiones se acercó, dio un golpecito en mi mano para indicar que él también veía la vena e intentó ayudar al enfermero a localizarla.
17. El jefe de los funcionarios encargados de la ejecución me dijo que iban a hacer otra pausa y volvió a decirme que me relajara.
18. Entonces me descompuse. Empecé a llorar porque me dolía todo y mis brazos estaban inflamándose. Los enfermeros estaban pinchando agujas en zonas que ya estaban inflamadas y con hematomas. Pedí que interrumpieran el proceso y pedí hablar con mi abogada.
19. El jefe de los funcionarios encargados de la ejecución me pidió que me sentara para que la sangre circulase mejor. Entonces entró en la habitación la enfermera jefe, una mujer asiática.
20. La enfermera jefe intentó acceder a las venas en mi tobillo derecho. Pidió que alguien le diera "un veinte" y alguien le entregó una aguja. Durante ese intento, la aguja me pinchó en el hueso y fue muy doloroso. Grité. Al mismo tiempo que la enfermera jefe intentaba acceder a una vena en la parte inferior de mi pierna izquierda, el enfermero intentó acceder a una vena en mi tobillo derecho. Después de esos intentos fallidos, la enfermera jefe cogió la aguja y salió de la habitación.
21. El enfermero hizo otros dos intentos de acceder a las venas en mi mano derecha. Parecía que habían desistido ya del brazo izquierdo porque estaba hinchado y lleno de hematomas. El nivel de dolor estaba en el máximo. Me habían pinchado al menos 18 veces en múltiples zonas, todo con la intención de inyectarme unas drogas que iban a quitarme la vida.
22. El jefe de los funcionarios encargados de la ejecución volvió a decirme que me relajara. Hubo conversación entre los funcionarios sobre el hecho de que podían ver las venas.
23. Al cabo de un rato, el director, Terry Collins, entró en la habitación y me dijo que iban a interrumpir la ejecución. Collins indicó que valoraba mi cooperación y que tomaba nota de mis intentos de ayudar al equipo. También expresó su confianza en su equipo de ejecución y su profesionalidad. El director Collins me dijo que iban a llamar al gobernador Strickland para informarle de la situación.
24. Cuando se fueron los enfermeros y el director Collins, los funcionarios me preguntaron si me apetecía un café y un cigarrillo. Yo seguía en la cama con las luces atenuadas.
25. Aproximadamente media hora después, mi abogada, Adele Shank, vino y me dijo que el gobernador había dictado la orden de aplazar la ejecución una semana. Le hablé a la abogada Shank de mi dolor y le enseñé las zonas que tenían hematomas.
26. Después de que se fuera la abogada Shank, los funcionarios de prisiones me trasladaron al hospital.
27. A la mañana siguiente, mis brazos empezaron a dar más señales de hematomas e inflamación. Cada sitio del brazo en el que se había hecho un intento mostraba hematomas e inflamación visibles. Algunos de los hematomas de las manos y el tobillo han desaparecido y parte de la inflamación desapareció a lo largo de la tarde siguiente.
28. Todavía hoy, mis brazos tienen grandes hematomas visibles, y siguen estando inflamados. Los múltiples sitios en los que los enfermeros trataron de acceder a mis venas siguen doliéndome.
29. Los funcionarios de prisiones decidieron mantenerme en la SOCF durante la semana de aplazamiento. Durante este tiempo, estoy constantemente bajo observación del equipo encargado de la ejecución y los guardianes.
30. Esperar a ser ejecutado es angustioso. Me produce mucha tensión pensar en que el Estado de Ohio tiene la intención de causarme el mismo dolor físico la próxima semana.
31. Me veo obligado a recordar constantemente el hecho de que la semana próxima tendré que sufrir la misma tortura que el Estado de Ohio me infligió el martes 15 de septiembre de 2009 , porque no ha habido ningún cambio en el protocolo de ejecución de Ohio y no ha habido ningún cambio en mis venas. El declarante no tiene nada más que decir.
Rommel Broom
Jurado, afirmado y suscrito en mi presencia el 17 de septiembre de 2009.
Marcia Dukes, notaria pública.
(Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia)


Juicio a Represores en Santa Fe

Parece ser que monseñor casaretto está muy preocupado por la pobreza en la argentina, las pobreza actual, porque dice que la pobreza de la dictadura ya pasó y no hay que llorar sobre leche derramada!.

“Monseñor Jorge Casaretto me iba a visitar a los centros de detención”
Roberto Cepeda, ex integrante de Montoneros, quien fue detenido y torturado durante tres años, denunció que el actual titular de la Pastoral Social del Episcopado Argentino, monseñor Jorge Casaretto, sabía lo que ocurría en los centros clandestinos de detención, ya que era normal verlo en los interrogatorios.
Roberto Cepeda, quien fuera oficial de Montoneros, estuvo detenido durante tres años en distintos centros clandestinos de detención, durante la última dictadura militar en Argentina. En diálogo con la emisora LT9 de Santa Fe, y antes de ingresar a la primera audiencia por crímenes de lesa humanidad cometidos por represores durante el período comprendido entre 1976 y 1983 en la capital provincial, Cepeda denunció al actual titular de la Pastoral Social del Episcopado Argentino, monseñor Jorge Casaretto de visitarlo mientras permaneció detenido en estos centros de tortura.
“Mi historia fue una de las más contadas, porque este tema de (el ex juez Víctor) Brusa lo vengo denunciando desde el tiempo de la Conadep. Dentro de la miseria que pasé dentro de los campos de concentración, la más terrible tortura fue acá en Santa Fe y no fue por los golpes que recibí, sino porque en el lugar donde yo estuve iba desde el juez, en ese entonces Mántaras, hasta un obispo como Casaretto. Esto no merece juicio”, señaló Cepeda.
El testigo relató que el juez Mántaras actuaba junto a Brusa y “abrían constantes causas en la comisaría 4ta. mientras traían compañeros de Coronda”.
“Fui secuestrado en un colegio aerotécnico que está en Córdoba, que era de los curas salesianos. En Coronda, infinidad de veces me fueron a visitar muchos curas salesianos, pero
fueron a la cárcel, no a un campo de concentración, ésa es la diferencia. Cuando estos personajes van a un campo de concentración, para un detenido es la peor tortura, porque se pregunta, ¿dónde estoy, qué es lo que me sostiene? Si no es tu ideología, tu fe ¿qué te puede sostener? Si el Estado que te tendría que sostener con garantías de justicia te está tomando declaración en un campo clandestino de detención”, recordó dramáticamente el ex detenido.
Roberto Cepeda estuvo detenido durante tres años. Al primer lugar donde fue trasladado fue a La Perla, donde fue torturado por 23 días. Luego fue trasladado a Campo La Ribera, y luego a la comisaría 4ta. de la ciudad de Santa Fe, ubicada en Dr. Zavalla y Tucumán.