martes, 21 de febrero de 2012

Hola, Marité


IDENTIFICARON LOS RESTOS DE MARITE VIDAL VALLS, SECUESTRADA EL 6 DE AGOSTO DE 1976

La verdad demoró 36 años en conocerse

La justicia federal en colaboración con el Equipo Argentino de Antropología Forense identificaron a la militante de la Juventud Guevarista que tenía 21 años. Su cuerpo fue tirado al río y cuando apareció, lo enterraron como NN en La Piedad. Por José Maggi


La última fiesta de fin de año tuvo para la familia Vidal Valls otro sentido. "Cerramos un capítulo en la historia de nuestras vidas", confiesa Agustín Vidal. Es que después de 36 años, los restos de su hermana Marité fueron identificados por la justicia federal. Lo hizo un equipo de trabajo encabezado por la fiscal federal Mabel Colalongo junto a Miguel Nieva del Equipo Argentino de Antropología Forense. María Teresa Vidal Valls estaba enterrada en el cementerio La Piedad, como NN, en la tumba 135 del solar 75. "Haberla encontrado me movió toda mi vida, me descolocó. Fue una mezcla de alegría por cerrar una etapa de ideas de terror, y a la vez de tristeza por tener la certeza de lo que había pasado", confía Agustín.
El primer eslabón de la historia fue un parte de inteligencia que recuperó la fiscalía: "El 11 de setiembre de 1976 personal de la seccional 11 con colaboración de la Prefectura Marítima de la ciudad de Rosario procedieron a sacar de las aguas del río Paraná a la altura de calle Gutiérrez a un cadáver del sexo femenino cubierto con una lona y atado de pies y manos, no siendo posible su identificación por el estado en que se encontraba". Esto rezaba el documento oficial.
Al respecto, el antropólogo Miguel Nieva explicó que "los restos, o mejor dicho parte de los mismos, es decir, fragmentos estaban en el solar 75 y fueron exhumados a mediados del 2010". Luego del análisis antropológico, se enviaron al laboratorio para extraer un perfil genético que se comparó con la base de datos de familiares de desaparecidos. "Este trabajo nos dio elementos para avanzar fuerte en las restantes sepulturas --afirma Nieva--, un trabajo que se concretó después" y en el que fueron exhumadas más de un centenar de tumbas, con un total de casi trescientos restos óseos de distintas personas.
El hermano de Marité, Agustín Vidal, confesó: "Mi familia vivió con el miedo de no encontrarla nunca". Marité fue sacada de una de las habitaciones del que era el Hotel Italia, en Maipú al 1000 --en la actual sede de Gobierno de la UNR-- donde vivía de manera transitoria junto a parte de su familia el 6 de agosto de 1976. En ese mismo momento, sus captores se robaron también una cartera con valiosas joyas que tenía su abuela. Tanto el ex jefe de la policía Agustín Feced como hombres de la SIDE dijeron no saber nada de la desaparición, mientras que la cara pública del hotel, una mujer llamada Angela Pereyra Iraola, se mostraba con confianza y recibía favores en la oficina del jefe de la Policía Federal. La patota llegó en tres autos para buscar a su presa de 21 años, militante de la juventud guevarista del ERP-PRT con responsabilidades en el área de prensa, estudiante de letras y de música que había cursado el secundario en Misericordia y que había sido amenazada por la Triple A en un cartel que apareció con su nombre y el de otras personas colgado en la entonces facultad de Filosofía y Letras de la UNR, en Entre Ríos al 700.
Desde allí fue llevada al Centro Operacional Fisherton, en Mendoza al 8500, frente al Mercado de Productores. Allí fue vista por Fernando Brarda, único sobreviviente de ese centro y que el 11 de agosto del 76 se presentó en el Hotel Imperio, donde vivían los hombres de la familia, el padre Juan María Vidal y los hijos Agustín y Fernando y rápidamente se entrevistó con ellos.
"A mi hermana Marité la privaron de su música, de su futuro, de su familia, de sus nietos, de sus futuros hijos, de su libertad, de sus sueños, de su alegría y de todo aquello que cualquier ser humano anhela para el futuro. Marité era un extraordinario ser humano en todos los sentidos. No pudieron llevarse su alegría, su magia; su recuerdo que sigue intacto como el ultimo día en que la vi. Como dijo León Felipe: 'Se llevaron todo pero no pudieron llevarse la canción'", expresa Agustín.
El ex canciller Rafael Bielsa también está movilizado por la identificación de los restos de Marité. "Desgraciadamente no puedo sentir el alivio que entiendo que otros pudieran sentir, porque siempre la verdad restituye el espíritu -dice ahora-. Para mí, desde el momento en que ella desapareció, era mi mejor amiga, y durante décadas, fue un caso estremecedor, porque nadie había oído hablar de ella, nadie sabía nada. Yo escribí una serie de cosas sobre ella con la esperanza de que eso llegara a algún lugar de alguien conocido, y me contaran algo. Precisamente escribí en Página/12 La tercera margen del río. Esta nota trajo hasta mi oficina a Fernando Brarda, que es la primera persona que habló de Marité, que había estado con ella. Y a partir de ahí la historia la conocen todos. No sé que hubiese pasado si ese relato no se publicaba, si Fernando no aparecía, y si no nos contaba lo que nos contó. El hecho de la aparición de los restos la verdad, no modifican esa ausencia en mi, esa amputación".

-¿Que significó en su vida Marité Vidal?

-Fue un actriz de los años más importantes de mi vida, la conocí siendo adolescente en su casa de la calle Córdoba 1983, donde pasé mucho tiempo. Marité era nieta de un famoso pediatra y esa casa era una especie de Alejandría, porque los que iban de Oriente a Occidente pasaban por ahí, y los de Occidente a Oriente, también. Era una casa de música donde nos reuníamos con Charly Pagura, con Alberto Callaci. Era casa de poesía de literatura, una casa de mucha discusión, de mucha polémica. Esa casa era como un aleph, todos los lugares se reunían ahí, todos los episodios más importantes del despertar, de la sensibilidad, de la amistad, de compañerismos, de la militancia, del compromiso, para mí todo eso nació ahí y nació con ella". 

jueves, 16 de febrero de 2012

Prostitución y rufianismo


Una ‘madre coraje’ desvela una red de rapto de chicas para prostituirlas

El empeño de una mujer lleva a juicio a una mafia en Argentina y muestra una realidad oculta
Trimarco investigó 10 años el secuestro de su hija y se infiltró en los burdeles
Alejandro Rebossio Buenos Aires16 FEB 2012 - 20:15 CET

Susana Trimarco era una funcionaria en Tucumán, casada y con dos hijos. Su vida cambió hace casi 10 años cuando su hija María de los Ángeles Verón, de 23 años y con una niña de tres, fue secuestrada en plena calle. Trimarco se encontró con la inoperancia policial a la hora de buscar a Marita, como llamaba a su hija. Se puso a investigar, y descubrió el mundo de las redes de trata con fines de explotación sexual en Argentina. En su lucha, la madre llegó a disfrazarse de prostituta para averiguar en los burdeles. Así supo que Marita tuvo otro bebé de uno de sus captores.
Acompañada por una monja del colegio de su hija, Trimarco organizó manifestaciones para exigir su reaparición. El asunto cobró alcance nacional y los medios descubrieron una nueva realidad: las esclavas sexuales en Argentina. El Congreso reaccionó sancionando una ley contra la trata en 2007. Hubo un momento en que amplió sus pesquisas a Europa. La embajada española apoyó la búsqueda de Trimarco cuando la mujer aportó informaciones que avalaban la tesis de que su hija estaba en España, a donde viajó en su busca en 2009.
Trimarco creó una fundación para rescatar a mujeres de este flagelo. Ya recuperó a cerca de dos centenares, pero aún no a su hija. No está sola: su marido murió, pero tiene a su nieta, la hija de Marita, de 13 años. Esta madre coraje ha atraído la atención de muchos de sus compatriotas porque es la primera en declarar en el juicio que se está celebrando en San Miguel de Tucumán contra 13 imputados, ocho varones y cinco mujeres, por el secuestro de su hija. “No sabe el sufrimiento que es saber que la violaron, la apuñalaron y la obligaron a tener un hijo”, dijo al tribunal. Cree que debería haber “muchos más” acusados, incluidos un expresidente e integrante de la barra brava del club de fútbol local San Martín, Rubén Ale. Se trata del primer juicio contra las redes de trata en Argentina.
Una de las acusadas, Daniela Milhein, admitió ante el tribunal que Ale la inició en la prostitución a los 16 años. Relató aquellos comienzos: “Un día ahí es que no termina el día, porque se trabaja las 24 horas, así tengas el periodo o estés enferma”.
Más de 600 mujeres se encuentran desaparecidas en Argentina y se cree que una buena parte han sido captadas por redes para prostituirlas, según Fabiana Túñez, directora general de la asociación civil La Casa del Encuentro, que se dedica a la prevención de este delito. La mitad de ellas eran menores de edad cuando desaparecieron. Las redes captan a las mujeres mediante secuestros o engaños. A muchas las envían a España, México y Suiza, según fuentes policiales. Las buscan según la demanda. Por ejemplo, jóvenes de clase media, y por eso el año pasado hubo tres intentos frustrados de secuestros en la Universidad de Buenos Aires.
Si la joven desaparece de un día para el otro, sin llevarse sus pertenencias, y manda un mensaje de texto a su familia de que está bien, que no la busquen y que ha encontrado trabajo en otra ciudad, entonces se sospecha que fue víctima de una red de trata. La familia la llama al móvil: primero aparece el contestador, pero después deja de funcionar. “Cuando las secuestran, primero las tienen en ablande”. Se refiere Túñez a unos 10 o 15 días en los que amenazan de muerte a ellas y a su familia, las golpean, las drogan y las violan.
Las mujeres son vendidas a los prostíbulos locales o a una de las tres principales redes de trata del mundo, las de México, Europa del Este o China, por entre 12.000 y 26.000 euros. Después comienzan a ser prostituidas: cada pase, como se denomina al coito, puede costar entre 5 y 175 euros. También son usadas para vender droga a sus clientes. Las engañadas que se resisten a prostituirse son sometidas al ablande o son asesinadas, lo que resulta ejemplar para las demás. “Las chicas pueden entrar o salir del prostíbulo, pero no pueden dejar de ir porque tienen deudas con sus dueños”, cuenta Núñez. “No las dejan nunca solas y a veces la policía forma parte de la red”, advierte la experta. Una mujer se había fugado con otras cuatro con la ayuda de un cliente camionero, pero unos policías las devolvieron al encierro.
“Las familias de las víctimas hacen sus propias investigaciones y ven la complicidad de las fuerzas de seguridad, la justicia, la política y los clientes”, señala Túñez. Cuando Trimarco buscaba a su hija y encontraba algún dato sobre un prostíbulo en el que podía estar su hija, la policía riojana lo allanaba siempre horas después de que Verón fuera trasladada a otro club nocturno, según testimonios de mujeres liberadas.
Las esclavas sexuales son alcoholizadas y drogadas para aguantar la tarea. Así es que las que logran fugarse o son liberadas muchas veces deben luchar contra la drogadicción y en general tardan cinco años en recuperarse y rehacer sus vidas. El Ministerio de Justicia argentino afirma que en 2011 unas 1.597 mujeres fueron liberadas tanto de las redes de trata como del proxenetismo (son los casos en que deben tributar a un chulo, pero se supone que son libres), frente a las 569 de 2010. Un 90% de las prostitutas de Argentina son víctimas de uno u otro delito, según Túñez.
La ley de trata no ha acabado con los prostíbulos ni con las redes de tráfico de mujeres. “Caen los encargados, pero no los dueños, que suelen tener varios, porque, si no, no les cierran los números”, cuenta Túñez.

Una pista perdida rumbo a España
Unas mujeres caían en la red mediante el secuestro, y otras por engaños. Los reclutadores pasean por los barrios bajos y les ofrecen a las jóvenes un empleo como asistenta, niñera, cuidadora de ancianos, comerciante o copera en un prostíbulo. También timan a jóvenes de Paraguay y República Dominicana para traerlas a Argentina, ya sea para quedarse aquí o como escala previa a otro destino. A jóvenes argentinas de clase media les mienten ofreciéndoles una carrera de modelo.
“El caso de Marita Verón mostró que mujeres de clase media o media alta también podían caer engañadas”, cuenta Túnez, que añade que en zonas pobres de Argentina algunas familias venden a sus hijas de 12 o 14 años para que supuestamente trabajen en otra provincia, pero desconocen que las van a prostituir.
Primero las llevan a otra ciudad, las alojan en un hostal y unos días después las venden. Ellas entonces quieren escapar, pero sus captores aseguran que les deben los gastos del viaje, el alojamiento, la comida y la vestimenta. Siempre les adeudan algo más. Además les aplican multas por mal comportamiento.
“Nunca pagás porque te multan todo el tiempo, dicen que hablaste con una doña, que le faltaste el respeto a un cliente, que miraste mal al don. Te multan y te pegan”, testimonió en la investigación previa al juicio sobre Marita Verón otra esclava sexual, Blanca Vides, que planeaba fugarse con ella del burdel en el que eran explotadas en la provincia argentina de La Rioja. Vides logró huir en noviembre de 2003, pero justo a Verón se la llevaron con rumbo a España, según le contó la cocinera del prostíbulo. La justicia no sabe si efectivamente cruzó el Atlántico.

lunes, 13 de febrero de 2012

La orfandad del futuro


212 CHICOS HUÉRFANOS EN UN SOLO AÑO

Por Candelaria Schamun

Son los hijos de las mujeres que fueron asesinadas en 2011. Y en algunos casos los padres están presos por estos crímenes. Los familiares a cargo cuentan cómo viven estos menores su calvario.

13/02/12
Vera, Nicolás y Jerónimo dormían en la planta alta. Sus padres, Marcela Monzón y Mauricio Severi, discutían en el living. Los gritos y el balazo no lograron despertar a los chicos. Luego Mauricio actuó rápido: limpió las manchas de sangre del piso y las que habían salpicado las paredes del pasillo. Al final, cargó el cuerpo de Marcela en su camioneta Dodge Caravan. Días después, Mauricio fue detenido y el juez Alberto Baños lo procesó por “homicidio calificado”. En ese momento Severi confesó: “Hubo una discusión y un arma de por medio. Ella se metió el arma en la boca. Hubo un forcejeo y el arma se disparó. No me acuerdo si enterré su cuerpo en un descampado de Ezeiza o si la tiré en un baldío de Lomas”. Pero luego se desdijo, para declarar que era inocente. Desde aquella madrugada del 25 de septiembre de 2009, Marcela sigue desaparecida.
-Papá mató a mamá – le dijo Vera, un mes después, a su hermano de 11 años.
Según un informe de la “Asociación Civil La Casa del Encuentro”, en 2011 hubo 282 femicidios y como consecuencia de estos crímenes 212 menores de 18 años quedaron huérfanos de madre y en algunos casos, como el de Vera, Nicolás y Jerónimo, también perdieron a su padre porque está preso. “Es la primera vez que medimos las consecuencias de la violencia de género en los hijos”, dice Ada Rico, a cargo del informe.
Vera (16), Nicolás (14) y Jerónimo (9) –son nombres ficticios– quedaron al cuidado de su tía materna, Marita. Continúan viviendo en el mismo caserón, en el barrio porteño de Villa Pueyrredón. Desde 2009 los chicos comenzaron a ir al psicólogo. Al principio Marita pasaba las noches sin dormir porque sus sobrinos tenían miedo. Jerónimo a veces se dibuja a sí mismo con una parte buena y otra parte mala; en terapia dice que no quiere volver a tener la vida de antes, y se pone nervioso si piensa que su padre puede quedar en libertad.
Severi es juzgado en el Tribunal Oral Criminal N° 15. El viernes pasado, el fiscal Gustavo Gerlero pidió que lo condenen a la pena de prisión perpetua. Para el fiscal está claro que en la madrugada del 25 de septiembre de 2009 Severi asesinó a tiros a su esposa, y que luego cargó el cadáver en su camioneta y lo hizo desaparecer en algún descampado de Lomas. El fiscal también expuso el vínculo obsesivo de Severi con Marcela.
“El 1° de octubre me hice cargo de ellos. Perdí mi trabajo, dejé mi casa en Wilde, tuvimos que levantar una deuda de 6.000 pesos porque si no nos cortaban la luz. Ahora estamos sin gas por falta de pago. Vivimos con mi fondo de desempleo. Por suerte los chicos están becados en el colegio. Sólo cobré 2.400 pesos de un subsidio. Y en dos años Mauricio mandó 1.000 pesos para los chicos. Él hizo un inventario de todo lo que hay en la casa. Le tuvimos que pedir permiso para vender unos avioncitos para poder tirar unos meses. Necesitamos urgente un microondas, que de tanto usarlo se quemó y no tenemos plata para comprar otro”, dice Marita.
Desde el día en que Marcela desapareció, la casa quedó intacta: la foto del casamiento y los ceniceros de vidrio que ella fabricaba descansan sobre la mesita ratona del living, como los aviones en miniatura que construía Mauricio. Están los adornos que trajeron de Planet Hollywood, cuando veraneaban en Miami. La familia tenía un buen pasar económico y una vida llena de lujos: Mauricio, ingeniero aeronáutico (51), en ese momento trabajaba como representante de una empresa de Estados Unidos. En la casa había dos mucamas y dos camionetas 0 km. Mauricio estaba obsesionado por Marcela: le revisaba los mails y los celulares. El matrimonio estaba separado pero continuaban viviendo en la misma casa. Mauricio sabía que Marcela tenía una nueva relación y eso jamás lo soportó. Una semana antes del crimen, la camioneta de ella apareció incendiada.
Fabiana Túñez, cofundadora de la Casa del Encuentro, explica: “Hay casos en que los nenes quedan en manos de la familia paterna. Por ejemplo los hijos de Rosana Galliano (ver Casi no hablan...), donde la ex pareja está acusado de asesinarla. Pedimos la pérdida automática de la patria potestad del femicida. Que los chicos tengan un subsidio y asistencia”.
Durante los días de búsqueda de Marcela, sus hijos decían “papá está ayudando a la Policía a buscar a mamá”. Luego fue: “Papá tiene algo que ver en la desaparición de mamá”. Hasta que lo detuvieron. “Mi hermana quería el divorcio. Y él estaba obsesionado con ella”, dice Marita. En el allanamiento, la Policía científica descubriría, utilizando el reactivo luminol, las manchas de sangre que Mauricio había tratado de limpiar. También, en la parte de atrás de la camioneta, junto a un revólver calibre 22 que había sido disparado hacía muy poco tiempo.
Una noche, los familiares de Marcela estaban reunidos en el caserón de Villa Pueyrredón. Entre ellos estaban, sentados en la mesa del living, Vera y Nicolás: -Papá mató a mamá – le dijo Vera a su hermano de 11 años.
-¿Por qué la va a matar si se querían? – preguntó sorprendido Nicolás.
-Eso no era amor. Eso era obsesión – contestó Vera, que sabía muy bien cómo su padre perseguía a su mamá.
Luego hubo silencio.

lunes, 6 de febrero de 2012

La cárcel de fuego


El misterio de los presos quemados en Marcos Paz

Por Juan Manuel Bordón

Hubo seis casos en menos de dos años. Dos de las víctimas murieron prendidas fuego. Los incendios se dan en celdas de castigo, a las que sólo tienen acceso guardias del Servicio Penitenciario Federal. Dudas sobre los incendios en una cárcel “modelo”
05/02/12

Gustavo Truzzi (28) sabía que estaba en problemas desde mucho antes, pero cuando un preso recién llegado a la cárcel de Marcos Paz le mostró una navaja, un puñado de pastillas de rivotril y le dijo que se lo habían dado los guardias a cambio de que lo apuñalara, entendió que la cosa iba en serio e hizo una denuncia judicial. Un tiempo después – justo la noche que ese otro joven declaró ante la Justicia –, en su celda hubo un incendio que le quemó buena parte del cuerpo y lo tuvo internado durante casi 7 meses .
El suyo fue uno de los seis casos de presos quemados en circunstancias dudosas dentro del penal de Marcos Paz que la Procuración Penitenciaria de la Nación denunció en los últimos 24 meses. Dos de ellos murieron como consecuencia de las quemaduras y otros dos (ambos menores de 21 años) siguen internados en el Instituto del Quemado ; mientras que Truzzi y otro hombre sobrevivieron. “La cantidad de episodios realmente preocupa, más cuando pasan en una de las cárceles federales que supuestamente mejores condiciones tiene”, señaló el procurador Francisco Mugnolo.
En todos los casos, los presos quemados o sus familiares rechazaron –en charlas con Clarín – que se haya tratado de intentos de suicidio o accidentes. También pidieron que se investigue a los guardias a los que estos presos habían denunciado previamente .
Curiosamente, en los cuatro episodios ocurridos en pabellones de mayores los presos estaban sancionados, y por lo tanto sólo debería haber tenido acceso a sus celdas personal penitenciario. “Al ir castigados, les quitan cualquier cosa con la que se puedan lastimar; cinturones, cordones, fósforos o encendedores”, explicó un familiar de un preso que murió el mes pasado como consecuencia de un incendio en Marcos Paz.
De las siete muertes por incendios en cárceles federales que la Procuración investiga desde febrero de 2010, dos ocurrieron ahí. La primera fue el 25 de febrero de ese año, cuando un preso que había sido víctima de un incendio mientras estaba en una celda de castigo del módulo V murió tras cuatro días de agonía en un hospital.
El segundo caso fue el de Luciano Truzzi, en enero de 2011. El sobrevivió, su situación fue condenada por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y provocó la intervención de la Justicia, pero no evitó que un año después otro preso viviera un episodio idéntico en la misma celda de castigo: el buzón 3709 .
Esa historia comienza en el penal federal de Chaco, a fines de 2011. “Mi marido estaba para salir con libertad asistida en julio de este año, pero no le daban los puntos (de calificación de su conducta como interno) y uno de los jefes de seguridad de allá le dijo que iba a tener que pagar , así que él lo denunció”, contó la mujer de ese preso, que pidió reserva de su nombre. La justicia Federal de Chaco no sólo tomó la denuncia sino que pidió el traslado inmediato para evitar represalias.
El destino era el penal de La Pampa, pero el 23 de diciembre llegó –en tránsito– a Marcos Paz, donde ya había estado alojado y había denunciado a los guardias por torturas . “El 3 de enero lo fui a visitar a Marcos Paz con los chicos”, contó su mujer.
La denuncia que hizo la Procuración dice que, tras la visita, los guardias lo mandaron al buzón 3709, el mismo donde sufrió las quemaduras Truzzi y el único que tiene un pasaplatos en la puerta . Esa noche, “su colchón fue prendido fuego del lado de afuera a través del pasaplatos” , dice la denuncia.
El preso pasó casi un mes internado y fue dado de alta esta semana. Su mujer dice que no recibió ningún informe oficial sobre qué pasó. “Encima, en el hospital uno de los penitenciarios llegó a decirme que yo lo peleé ese día en la visita y por eso se prendió fuego”, contó su mujer.
Hasta ahora, la Procuración no sabe de ninguna sanción a penitenciarios por estos casos. “Esto da una sensación de impunidad grande . No sólo vemos procesos previos de castigos y maltratos que pudieron llevar a un preso al límite de querer quemarse vivo. También, tardanzas en apagar el incendio y dudas fundadas de si realmente fueron los presos quienes iniciaron el fuego ”, explicó el procurador Mugnolo.
La última muerte ocurrió hace 23 días, cuando José Miguel Igreda Erazo (35) falleció como consecuencia de las quemaduras sufridas en otro incendio ocurrido a fines del año pasado. Igreda había sido detenido en setiembre de 2011 y enviado a Marcos Paz a esperar su juicio, que sería en marzo. Un pariente que lo visitaba contó que no parecía tener problemas con los presos, “incluso lo veía con zapatillas y ropa buena, algo difícil adentro si tenés problemas”.
El 19 de diciembre, Igreda fue castigado por diez días tras una requisa, el 23 fue visitado por gente de la Procuración y denunció a los guardias, el 25 a la noche fue el incendio . “Pasó 19 días agonizando y en todo ese tiempo una sola vez lo vi abrir los ojos.
Yo quería que hablara, saber qué pasó, pero no aguantó ”, contó ese familiar, con la incertidumbre de no saber lo sucedido adentro de la cárcel.