sábado, 1 de diciembre de 2012

Qué te importa si la mina del bulín se te piantó

 
“Su mujer está abandonando Arabia Saudí”
Los saudíes reciben SMS cuando sus esposas, hijos o empleados dejan el país. Ellas necesitan el permiso del padre o del marido para trabajar o viajar, y no pueden conducir
Ángeles Espinosa Dubái  30 NOV 2012 - 17:27 CET
“Su esposa ha cruzado el control de pasaportes del aeropuerto de Riad”, avisaba el SMS del Departamento de Inmigración de Arabia Saudí. El receptor y su mujer, que estaban a punto de coger un avión juntos, no daban crédito. ¿A qué venía tal preocupación por parte de las autoridades? La difusión de su caso en Twitter ha sacado a la luz el descontento de muchos saudíes con el trato de segunda clase que el Reino del Desierto da a sus ciudadanas.
“Las autoridades están usando la tecnología para vigilar a las mujeres”, ha denunciado Badriya al Bishr en el diario Al Hayat. La medida da pie a la activista para criticar “el estado de esclavitud en el que se mantiene a las mujeres” en Arabia Saudí, un país en el que necesitan el permiso del padre o del marido para trabajar o viajar, y el único del mundo que les prohíbe conducir. Pero ni el sistema es nuevo ni se ha implantado para controlarles específicamente a ellas. Los cabezas de familia reciben avisos cada vez que sale del país uno de sus dependientes, incluidos los empleados extranjeros bajo su patrocinio. También en otros países de la zona.
Hace un par de años que Eman al Nafjan contaba como al irse de vacaciones descubrió que su marido recibía un mensaje en el móvil cada vez que ella viajaba al extranjero. “Soy una mujer adulta que ha estado ganando su propio sueldo durante más de una década, pero para el Gobierno saudí, sigo siendo una ‘dependiente’ hasta el día que muera debido a mi sexo”, se quejaba entonces en su blog.
 La misógina legislación saudí considera a las mujeres eternas menores de edad. Todas sin excepción necesitan tener un mehram, guardián o custodio legal, que además del marido, puede ser el padre, un hermano e incluso un hijo menor: cualquier varón con quien el grado de parentesco haga imposible el matrimonio. Se las inscribe en su carné de identidad y hasta fechas recientes no tenían derecho a tener un DNI propio. En consecuencia, la norma que exige que los dependientes cuenten con autorización para salir del reino, incluye a las mujeres.
Los polémicos SMS son el resultado del programa de servicios electrónicos (denominado Absher) que el Ministerio del Interior introdujo el pasado abril para facilitar su atención a los ciudadanos. Tras completar un formulario que incluye el número de móvil, el nuevo sistema permite, entre otras cosas, obtener de forma telemática el permiso de viaje para los dependientes. Esa gestión que hasta entonces requería personarse en la oficina de pasaportes y se reflejaba en una hoja amarilla, queda almacenada en base de datos del Departamento de Inmigración. Cuando el autorizado pasa el control de pasaportes, envía el aviso.
“Antes había que inscribirse para obtener ese servicio, pero ahora cualquier [hombre] saudí con personas a su cargo recibe esos mensajes”, explica Al Nafjan en un e-mail. Eso afecta tanto a los miembros de su familia como a los trabajadores extranjeros cuya entrada en el país haya esponsorizado, un controvertido sistema que las organizaciones de derechos humanos critican periódicamente.
“¿Por qué no colocamos un microchip a nuestras mujeres para saber dónde están?”, propone sarcásticamente un tuitero. “Si necesito un SMS para saber que mi mujer está saliendo de Arabia Saudí, o estoy casado con la mujer equivocada o tengo que ir al psiquiatra”, escribe otro. El debate se ha centrado en el control sobre las esposas que permite el nuevo sistema, pero el problema está en los valores patriarcales que hay detrás y que convierten a los saudíes en dueños virtuales de sus mujeres y sus empleados. En Qatar o en Emiratos Árabes Unidos, donde las autoridades alientan la participación de la mujer en la vida pública, no se ha suscitado una discusión semejante a pesar de contar con servicios de aviso similares.

sábado, 10 de noviembre de 2012

La no violencia de género


Steven Pinker (Montreal, 1954) es catedrático de psicología experimental en la Universidad de Harvard. Su especialidad es la psicolingüística, en particular el estudio del proceso de adquisición del lenguaje en los niños. Autor de numerosos trabajos y publicaciones académicas, debe su exorbitante fama a libros de divulgación científica, como El instinto del lenguaje (1994), Cómo funciona la mente (1997), La tabla rasa (2002) o El mundo de las palabras (2007), de los que vende millones de ejemplares en numerosos idiomas. Uno de los representantes más conocidos a escala mundial en el campo de la psicología evolutiva, Pinker explica las claves del comportamiento desde una perspectiva innatista que muchos consideran excesivamente reduccionista. Steven Pinker es una figura pública de gran relieve que aparece asiduamente en programas de televisión y es constante objeto de atención por parte de los medios, como lo fueron antes que él el astrónomo Carl Sagan y el biólogo e historiador de la ciencia Stephen Jay Gould (con quien sostuvo violentas diatribas). Las opiniones de Pinker son tan sugerentes como controvertidas. Sus tesis tienden a ser altamente “contraintuitivas”, lo cual le obliga a defenderlas con un riguroso aparato estadístico y argumentaciones sólidamente ancladas en los últimos hallazgos de las disciplinas objeto de su estudio. La revista Time lo caracterizó como la “estrella pop de la psicología evolutiva”. En sus libros, Pinker defiende la idea de que la evolución es responsable del diseño del cerebro, así como de los mecanismos que rigen el comportamiento de nuestras facultades cognitivas y emocionales. La tesis central de su último libro, Los ángeles que llevamos dentro. El declive de la violencia y sus implicaciones, es que la época en que vivimos es la menos violenta y cruel de cuantas ha conocido la humanidad a lo largo de la historia en todos los ámbitos imaginables: la familia, la ciudad, las naciones, la esfera de las relaciones internacionales. Según Pinker nunca ha habido menos guerras ni genocidios, nunca menos represión o terrorismo que en nuestra época, de la misma manera que jamás han sido tan bajas como lo son hoy las posibilidades de que los seres humanos sucumbamos a una muerte violenta. La entrevista tiene lugar en el elegante comedor del hotel Savoy, uno de los más exclusivos de Londres.
PREGUNTA. Su tesis de que la violencia ha disminuido radicalmente en todas sus manifestaciones hasta conocer los niveles más bajos de la historia choca frontalmente con la percepción que tenemos de la realidad circundante. ¿De qué le serviría decirle algo así a un niño sirio?

RESPUESTA. No es esa la pregunta que hay que hacer y en todo caso no habría que hacérsela a un niño sirio, sino a un niño de Angola, Vietnam, Nicaragua o cualquier otro de los innumerables lugares del mundo que antes fueron escenarios de conflictos bélicos y hoy viven en paz. Lo único que demuestra el hecho de que haya guerra en Siria es que el descenso de la violencia en el mundo no ha alcanzado el nivel cero.

P. ¿Cuál es la historia de la gestación de Los ángeles que llevamos dentro?

R. En libros como La tabla rasa y Cómo funciona la mente, me he ocupado a fondo del concepto de “naturaleza humana”, cuestión que se relaciona de manera muy directa con la de la violencia. ¿Tendemos o no los seres humanos de manera innata a la violencia? La cuestión se remonta a Hobbes y Rousseau, cuyas ideas antitéticas discuto a fondo. En los libros que he citado antes, lo primero que he tenido que hacer es adelantarme a quienes niegan la existencia misma de la naturaleza humana. Progresistas y pacifistas rechazan frontalmente la idea, porque según ellos aceptar una cosa así equivale a decir que la violencia es algo inherente a la condición humana, y por tanto algo de lo que jamás nos podríamos librar. Los instintos violentos serían algo que llevamos impreso en los genes, en la sangre, en el cerebro. Según los partidarios de esta idea, aceptar la existencia de la naturaleza humana equivale a negar toda posibilidad de cambio, pero el argumento es erróneo. La existencia de una naturaleza humana en toda su complejidad supone que junto a los instintos que nos impulsan a ser violentos, hay instintos de signo contrario (los ángeles que llevamos dentro). Todo depende de qué lado de nuestra naturaleza acabe siendo más influyente. La violencia no ha sido un elemento constante a lo largo de la historia. Ha habido periodos históricos más violentos que otros. Con anterioridad a la aparición del Estado, nuestros antepasados se veían involucrados en toda suerte de conflictos armados, y el número de muertes violentas era muchísimo más elevado que hoy. Las estadísticas nos permiten documentar un descenso vertiginoso en el número de homicidios cometidos desde la Edad Media hasta nuestros días. Se ha abolido una enorme cantidad de prácticas bárbaras, como las torturas y ejecuciones públicas. En resumen, que el hecho de que los niveles de violencia no sean constantes es perfectamente compatible con la teoría que sostiene la existencia de la naturaleza humana. Cuando publiqué mis conclusiones en un blog, empecé a recibir cartas de numerosos especialistas e investigadores procedentes de diversas disciplinas que se apresuraron a decirme que los datos que manejaban corroboraban mi sospecha de que la violencia había ido declinando a lo largo de la historia. Empecé a atar cabos. Yo no era consciente de que los niveles de muerte en guerra habían declinado tanto desde el final de la guerra fría. No era consciente del descenso de los niveles de abusos infantiles y violencia doméstica. No me había dado cuenta de que desde 1945 no ha vuelto a haber una sola guerra entre las grandes potencias, algo insólito en la historia. Todo eso planteaba un enigma que me parecía importante investigar.

P. En el libro vuelve sobre la idea, ya examinada en La tabla rasa, de que hay dos visiones extremas y antitéticas de la naturaleza humana. La visión trágica acepta la existencia de la naturaleza humana, con todas sus lacras y defectos. La visión utópica la niega. La visión trágica correspondería a la visión ideológica de la izquierda y la visión utópica a la de la derecha.

R. Fue Edmund Burke, un político conservador británico, quien primero articuló la idea con claridad, y más recientemente ha vuelto sobre ello el economista e historiador de las ideas norteamericano Thomas Sowell…, también conservador. Las cosas son más complicadas. El hecho de que yo crea en la existencia de una naturaleza humana no me convierte en conservador. Creo que estamos dotados de un aparato cognitivo de signo abierto capaz de concebir ideas nuevas acerca de cómo organizar nuestras vidas. Hemos creado instituciones como los Gobiernos, todo cuanto guarda relación con la literatura, numerosas formas de conocimiento, instrumentos como la prensa, las bibliotecas, las universidades y otras muchas manifestaciones del temperamento humano. Creo que la idea de progreso es compatible con la creencia en la existencia de la naturaleza humana.

P. Su libro impresiona por lo exhaustivo de la investigación y lo ingente del aparato de notas, a veces más de doscientas por capítulo. No parece haber dejado ninguna disciplina sin tocar. ¿Cómo definiría su perfil profesional?

R. Soy psicólogo experimental, aunque prefiero presentarme como especialista en ciencias de la cognición porque cuando digo que soy psicólogo el 99% de la gente cree que soy psicoterapeuta. Las ciencias de la cognición se ocupan de estudiar el funcionamiento de la mente, combinando la psicología experimental con la lingüística, la inteligencia artificial, la filosofía de la mente y la neurociencia. Mi propia especialización académica es la psicología del lenguaje. También he llevado a cabo estudios en el campo de la cognición visual, cómo tiene lugar la formación de imágenes en el ojo de la mente.

P. ¿Quién garantiza que el proceso de disminución de los niveles de violencia no experimentará un cambio, volviéndose a producir una escalada?

R. No se puede garantizar una cosa así, aunque depende de la clase de violencia de que hablemos. Hay toda una serie de prácticas que han sido abolidas con carácter irreversible. Dudo mucho que vuelvan los sacrificios humanos. Tampoco creo en una vuelta a la costumbre de torturar sádicamente a los condenados a muerte antes de ejecutarlos. No creo que se restauren la crucifixión ni la práctica de arrancar las entrañas a los reos cuando aún estaban vivos. No creo que se vuelva a legalizar la esclavitud, aunque Napoleón la restauró, de modo que en Francia hubo que abolirla dos veces. Creo que no es ridículo ni romántico pensar que la guerra entre naciones puede llegar a desaparecer completamente. El cese de hostilidades bélicas entre las naciones más desarrolladas es un hecho desde hace 67 años, y no veo por qué el fenómeno no se pueda extender al resto de las naciones. Por otra parte, no creo que las guerras civiles desaparezcan por completo jamás, así como tampoco el terrorismo. Tampoco creo que los homicidios vayan a desaparecer del todo. Creo que se seguirán haciendo avances en asuntos como la violencia de género y la persecución de los homosexuales.

P. En su libro habla del poder del arte, la música o la literatura para atenuar las tendencias violentas del ser humano.

R. Por lo que respecta al poder de la música o el arte para expandir la empatía de la gente, es una cuestión abierta, pero en el caso de la ficción creo que sí se da. En mi opinión eso se debe a que cuando se lee una obra de ficción tiene lugar una proyección del yo en la mente de otro individuo. En esto estoy cerca de los planteamientos de Martha Nussbaum y Lynn Hunt, aunque no hay consenso entre los expertos en literatura.

P. ¿Podría hablar del poder cognitivo de la ficción?

R. Un rasgo muy destacado del homo sapiens es que nos encantan las historias. No hablo sólo de la ficción literaria en sentido estricto, sino que en el concepto de ficción englobo formas narrativas tan dispares como los chistes, las leyendas urbanas, los programas de televisión o las películas. Empleamos una enorme cantidad de tiempo y dinero en explorar mundos imaginarios. Para un biólogo del homo sapiens como yo, esto plantea una cuestión muy profunda. ¿Por qué perdemos el tiempo en cosas que sabemos que son mentira, cosas que nunca han sucedido? No puedo dejar de pensar que la ficción, la narrativa y el arte de contar historias e idear mundos imaginarios son actividades que tienen una función, y se trata de una función cognitiva, destinada fundamentalmente a representar distintas situaciones en el ojo de la mente, explorando lo que puede suceder en mundos posibles, y creo que no es implausible que cualquier agente dotado de inteligencia tenga que manipular, navegar un mundo social muy complejo en lugar de pensarlo todo en tiempo real. Cuando estás en una situación que o bien la has imaginado tú o alguien la ha imaginado para ti, son muchas las maneras posibles de reaccionar. Todos los conflictos de intereses que se dan en el trato humano producen placer al verlos representados en clave de ficción. La narrativa es una manera de explorar el vasto espacio de las relaciones humanas en el recinto seguro de la mente.

P. ¿Esa es la razón por la que la sed de historias que tenemos cuando somos niños nunca muere en nosotros?

R. Las palabras nos permiten explorar los límites más alejados de la experiencia humana. Esa es la razón por la que una proporción importante de la narrativa, especialmente en el caso de los niños, tiene un componente mágico. ¿Hasta dónde es posible extender la comprensión del mundo yendo más allá de lo que experimentamos en el curso de nuestra vida diaria? Nuestras experiencias son limitadas y repetitivas. La inmersión en mundos imaginarios nos permite acariciar la posibilidad del milagro, la magia, la posibilidad de ampliar los límites del mundo violentando las leyes de la física, de la lógica y la psicología. Eso es una conjetura, una hipótesis acerca de por qué los humanos amamos de tal manera la ficción.

P. Además de a Hobbes y Rousseau, en su libro presta mucha atención a la figura de Immanuel Kant. El análisis que hace de La paz perpetua sugiere que para usted Kant es quien mejor ha sabido defender la idea de la paz en términos estrictamente racionales.

R. Así es. Hay que tener en cuenta, además, que Kant sí creía en la existencia de la naturaleza humana, con todos sus defectos. Sus argumentos a favor de la paz resultan valiosos precisamente porque no son románticos ni éticos. No decía: “La paz es buena, por tanto, seamos pacifistas”. Era perfectamente consciente de que para alcanzar la paz es necesario implementar un sistema que reduzca los incentivos que arrastran a las naciones a la guerra. No sirve de nada transformar mi espada en un arado si mi vecino no hace lo mismo, porque en ese caso estoy abocado a convertirme en su víctima. Kant era lo suficientemente cínico como para comprender que el pacifismo unilateral no lleva a la paz. A esta percepción clarividente se suman varias sugerencias sumamente prácticas, como su defensa de la democracia, aunque él no empleaba ese término, sino republicanismo. Kant defendía la idea del comercio como vehículo de paz. Si tus intereses están entremezclados con los de tu vecino el riesgo de enfrentamiento disminuye. Otras ideas sumamente avanzadas que preconizó fueron la formación de una comunidad internacional de naciones y el cultivo de la hospitalidad universal. También defendió la idea de que no hubiera ejércitos permanentes, aunque no prevaleció. Lo esencial es que comprendió que la solución para acabar con las guerras era estructural, no ética.

P. En su libro discute la idea de una Paz Capitalista, ¿cree en la existencia de algo así?

R. Es una idea herética, que me ha causado regocijo comprobar que procede de Noruega y Suecia, lo cual le otorga una cierta legitimidad. En mi opinión se trata de una constatación empírica, que no guarda ninguna relación con cuestiones ideológicas. Los datos empíricos dan a entender que los países capitalistas son menos proclives a embarcarse en guerras. Que alguien de mi generación, forjado en los ideales de la década de los sesenta, con su fuerte sentimiento antibelicista, diga algo así, puede resultar chocante. Para mi generación capitalismo y guerra eran nociones intercambiables, pero las estadísticas dan a entender que la idea no es ningún despropósito. Desde que China, que no es un país democrático, se hizo capitalista a finales de los ochenta, no se ha vuelto a ver involucrada en ninguna guerra. Si el objetivo es ganar dinero, no reparar injusticias ancestrales, no la gloria nacional ni la venganza en nombre del honor patrio, la guerra pasa a un segundo plano. No digo que los datos que avalan esa hipótesis sean incontestables, pero creo que es una hipótesis digna de tenerse en cuenta. En ese sentido, me parece altamente significativo que la Unión Europea haya sido recientemente galardonada con el Premio Nobel de la Paz.

P. En la gradación de movimientos favorables a un proceso de humanización de las tendencias que disminuyen la violencia, como los derechos de toda clase de minorías, le presta un papel importante a la defensa de los derechos de los animales.

R. El movimiento a favor de los derechos de los animales es el mejor indicador de lo mucho que se ha avanzado en el camino que lleva hacia una disminución gradual de la violencia en el mundo. Se trata de un indicador importante porque en este caso las víctimas no están en condiciones de defenderse. Velar por los derechos de los animales es cuestión de razón pura, de pura empatía. Es el mejor ejemplo posible de cómo los ángeles que llevamos dentro pueden influir de manera beneficiosa en nuestro comportamiento.

martes, 21 de febrero de 2012

Hola, Marité


IDENTIFICARON LOS RESTOS DE MARITE VIDAL VALLS, SECUESTRADA EL 6 DE AGOSTO DE 1976

La verdad demoró 36 años en conocerse

La justicia federal en colaboración con el Equipo Argentino de Antropología Forense identificaron a la militante de la Juventud Guevarista que tenía 21 años. Su cuerpo fue tirado al río y cuando apareció, lo enterraron como NN en La Piedad. Por José Maggi


La última fiesta de fin de año tuvo para la familia Vidal Valls otro sentido. "Cerramos un capítulo en la historia de nuestras vidas", confiesa Agustín Vidal. Es que después de 36 años, los restos de su hermana Marité fueron identificados por la justicia federal. Lo hizo un equipo de trabajo encabezado por la fiscal federal Mabel Colalongo junto a Miguel Nieva del Equipo Argentino de Antropología Forense. María Teresa Vidal Valls estaba enterrada en el cementerio La Piedad, como NN, en la tumba 135 del solar 75. "Haberla encontrado me movió toda mi vida, me descolocó. Fue una mezcla de alegría por cerrar una etapa de ideas de terror, y a la vez de tristeza por tener la certeza de lo que había pasado", confía Agustín.
El primer eslabón de la historia fue un parte de inteligencia que recuperó la fiscalía: "El 11 de setiembre de 1976 personal de la seccional 11 con colaboración de la Prefectura Marítima de la ciudad de Rosario procedieron a sacar de las aguas del río Paraná a la altura de calle Gutiérrez a un cadáver del sexo femenino cubierto con una lona y atado de pies y manos, no siendo posible su identificación por el estado en que se encontraba". Esto rezaba el documento oficial.
Al respecto, el antropólogo Miguel Nieva explicó que "los restos, o mejor dicho parte de los mismos, es decir, fragmentos estaban en el solar 75 y fueron exhumados a mediados del 2010". Luego del análisis antropológico, se enviaron al laboratorio para extraer un perfil genético que se comparó con la base de datos de familiares de desaparecidos. "Este trabajo nos dio elementos para avanzar fuerte en las restantes sepulturas --afirma Nieva--, un trabajo que se concretó después" y en el que fueron exhumadas más de un centenar de tumbas, con un total de casi trescientos restos óseos de distintas personas.
El hermano de Marité, Agustín Vidal, confesó: "Mi familia vivió con el miedo de no encontrarla nunca". Marité fue sacada de una de las habitaciones del que era el Hotel Italia, en Maipú al 1000 --en la actual sede de Gobierno de la UNR-- donde vivía de manera transitoria junto a parte de su familia el 6 de agosto de 1976. En ese mismo momento, sus captores se robaron también una cartera con valiosas joyas que tenía su abuela. Tanto el ex jefe de la policía Agustín Feced como hombres de la SIDE dijeron no saber nada de la desaparición, mientras que la cara pública del hotel, una mujer llamada Angela Pereyra Iraola, se mostraba con confianza y recibía favores en la oficina del jefe de la Policía Federal. La patota llegó en tres autos para buscar a su presa de 21 años, militante de la juventud guevarista del ERP-PRT con responsabilidades en el área de prensa, estudiante de letras y de música que había cursado el secundario en Misericordia y que había sido amenazada por la Triple A en un cartel que apareció con su nombre y el de otras personas colgado en la entonces facultad de Filosofía y Letras de la UNR, en Entre Ríos al 700.
Desde allí fue llevada al Centro Operacional Fisherton, en Mendoza al 8500, frente al Mercado de Productores. Allí fue vista por Fernando Brarda, único sobreviviente de ese centro y que el 11 de agosto del 76 se presentó en el Hotel Imperio, donde vivían los hombres de la familia, el padre Juan María Vidal y los hijos Agustín y Fernando y rápidamente se entrevistó con ellos.
"A mi hermana Marité la privaron de su música, de su futuro, de su familia, de sus nietos, de sus futuros hijos, de su libertad, de sus sueños, de su alegría y de todo aquello que cualquier ser humano anhela para el futuro. Marité era un extraordinario ser humano en todos los sentidos. No pudieron llevarse su alegría, su magia; su recuerdo que sigue intacto como el ultimo día en que la vi. Como dijo León Felipe: 'Se llevaron todo pero no pudieron llevarse la canción'", expresa Agustín.
El ex canciller Rafael Bielsa también está movilizado por la identificación de los restos de Marité. "Desgraciadamente no puedo sentir el alivio que entiendo que otros pudieran sentir, porque siempre la verdad restituye el espíritu -dice ahora-. Para mí, desde el momento en que ella desapareció, era mi mejor amiga, y durante décadas, fue un caso estremecedor, porque nadie había oído hablar de ella, nadie sabía nada. Yo escribí una serie de cosas sobre ella con la esperanza de que eso llegara a algún lugar de alguien conocido, y me contaran algo. Precisamente escribí en Página/12 La tercera margen del río. Esta nota trajo hasta mi oficina a Fernando Brarda, que es la primera persona que habló de Marité, que había estado con ella. Y a partir de ahí la historia la conocen todos. No sé que hubiese pasado si ese relato no se publicaba, si Fernando no aparecía, y si no nos contaba lo que nos contó. El hecho de la aparición de los restos la verdad, no modifican esa ausencia en mi, esa amputación".

-¿Que significó en su vida Marité Vidal?

-Fue un actriz de los años más importantes de mi vida, la conocí siendo adolescente en su casa de la calle Córdoba 1983, donde pasé mucho tiempo. Marité era nieta de un famoso pediatra y esa casa era una especie de Alejandría, porque los que iban de Oriente a Occidente pasaban por ahí, y los de Occidente a Oriente, también. Era una casa de música donde nos reuníamos con Charly Pagura, con Alberto Callaci. Era casa de poesía de literatura, una casa de mucha discusión, de mucha polémica. Esa casa era como un aleph, todos los lugares se reunían ahí, todos los episodios más importantes del despertar, de la sensibilidad, de la amistad, de compañerismos, de la militancia, del compromiso, para mí todo eso nació ahí y nació con ella". 

jueves, 16 de febrero de 2012

Prostitución y rufianismo


Una ‘madre coraje’ desvela una red de rapto de chicas para prostituirlas

El empeño de una mujer lleva a juicio a una mafia en Argentina y muestra una realidad oculta
Trimarco investigó 10 años el secuestro de su hija y se infiltró en los burdeles
Alejandro Rebossio Buenos Aires16 FEB 2012 - 20:15 CET

Susana Trimarco era una funcionaria en Tucumán, casada y con dos hijos. Su vida cambió hace casi 10 años cuando su hija María de los Ángeles Verón, de 23 años y con una niña de tres, fue secuestrada en plena calle. Trimarco se encontró con la inoperancia policial a la hora de buscar a Marita, como llamaba a su hija. Se puso a investigar, y descubrió el mundo de las redes de trata con fines de explotación sexual en Argentina. En su lucha, la madre llegó a disfrazarse de prostituta para averiguar en los burdeles. Así supo que Marita tuvo otro bebé de uno de sus captores.
Acompañada por una monja del colegio de su hija, Trimarco organizó manifestaciones para exigir su reaparición. El asunto cobró alcance nacional y los medios descubrieron una nueva realidad: las esclavas sexuales en Argentina. El Congreso reaccionó sancionando una ley contra la trata en 2007. Hubo un momento en que amplió sus pesquisas a Europa. La embajada española apoyó la búsqueda de Trimarco cuando la mujer aportó informaciones que avalaban la tesis de que su hija estaba en España, a donde viajó en su busca en 2009.
Trimarco creó una fundación para rescatar a mujeres de este flagelo. Ya recuperó a cerca de dos centenares, pero aún no a su hija. No está sola: su marido murió, pero tiene a su nieta, la hija de Marita, de 13 años. Esta madre coraje ha atraído la atención de muchos de sus compatriotas porque es la primera en declarar en el juicio que se está celebrando en San Miguel de Tucumán contra 13 imputados, ocho varones y cinco mujeres, por el secuestro de su hija. “No sabe el sufrimiento que es saber que la violaron, la apuñalaron y la obligaron a tener un hijo”, dijo al tribunal. Cree que debería haber “muchos más” acusados, incluidos un expresidente e integrante de la barra brava del club de fútbol local San Martín, Rubén Ale. Se trata del primer juicio contra las redes de trata en Argentina.
Una de las acusadas, Daniela Milhein, admitió ante el tribunal que Ale la inició en la prostitución a los 16 años. Relató aquellos comienzos: “Un día ahí es que no termina el día, porque se trabaja las 24 horas, así tengas el periodo o estés enferma”.
Más de 600 mujeres se encuentran desaparecidas en Argentina y se cree que una buena parte han sido captadas por redes para prostituirlas, según Fabiana Túñez, directora general de la asociación civil La Casa del Encuentro, que se dedica a la prevención de este delito. La mitad de ellas eran menores de edad cuando desaparecieron. Las redes captan a las mujeres mediante secuestros o engaños. A muchas las envían a España, México y Suiza, según fuentes policiales. Las buscan según la demanda. Por ejemplo, jóvenes de clase media, y por eso el año pasado hubo tres intentos frustrados de secuestros en la Universidad de Buenos Aires.
Si la joven desaparece de un día para el otro, sin llevarse sus pertenencias, y manda un mensaje de texto a su familia de que está bien, que no la busquen y que ha encontrado trabajo en otra ciudad, entonces se sospecha que fue víctima de una red de trata. La familia la llama al móvil: primero aparece el contestador, pero después deja de funcionar. “Cuando las secuestran, primero las tienen en ablande”. Se refiere Túñez a unos 10 o 15 días en los que amenazan de muerte a ellas y a su familia, las golpean, las drogan y las violan.
Las mujeres son vendidas a los prostíbulos locales o a una de las tres principales redes de trata del mundo, las de México, Europa del Este o China, por entre 12.000 y 26.000 euros. Después comienzan a ser prostituidas: cada pase, como se denomina al coito, puede costar entre 5 y 175 euros. También son usadas para vender droga a sus clientes. Las engañadas que se resisten a prostituirse son sometidas al ablande o son asesinadas, lo que resulta ejemplar para las demás. “Las chicas pueden entrar o salir del prostíbulo, pero no pueden dejar de ir porque tienen deudas con sus dueños”, cuenta Núñez. “No las dejan nunca solas y a veces la policía forma parte de la red”, advierte la experta. Una mujer se había fugado con otras cuatro con la ayuda de un cliente camionero, pero unos policías las devolvieron al encierro.
“Las familias de las víctimas hacen sus propias investigaciones y ven la complicidad de las fuerzas de seguridad, la justicia, la política y los clientes”, señala Túñez. Cuando Trimarco buscaba a su hija y encontraba algún dato sobre un prostíbulo en el que podía estar su hija, la policía riojana lo allanaba siempre horas después de que Verón fuera trasladada a otro club nocturno, según testimonios de mujeres liberadas.
Las esclavas sexuales son alcoholizadas y drogadas para aguantar la tarea. Así es que las que logran fugarse o son liberadas muchas veces deben luchar contra la drogadicción y en general tardan cinco años en recuperarse y rehacer sus vidas. El Ministerio de Justicia argentino afirma que en 2011 unas 1.597 mujeres fueron liberadas tanto de las redes de trata como del proxenetismo (son los casos en que deben tributar a un chulo, pero se supone que son libres), frente a las 569 de 2010. Un 90% de las prostitutas de Argentina son víctimas de uno u otro delito, según Túñez.
La ley de trata no ha acabado con los prostíbulos ni con las redes de tráfico de mujeres. “Caen los encargados, pero no los dueños, que suelen tener varios, porque, si no, no les cierran los números”, cuenta Túñez.

Una pista perdida rumbo a España
Unas mujeres caían en la red mediante el secuestro, y otras por engaños. Los reclutadores pasean por los barrios bajos y les ofrecen a las jóvenes un empleo como asistenta, niñera, cuidadora de ancianos, comerciante o copera en un prostíbulo. También timan a jóvenes de Paraguay y República Dominicana para traerlas a Argentina, ya sea para quedarse aquí o como escala previa a otro destino. A jóvenes argentinas de clase media les mienten ofreciéndoles una carrera de modelo.
“El caso de Marita Verón mostró que mujeres de clase media o media alta también podían caer engañadas”, cuenta Túnez, que añade que en zonas pobres de Argentina algunas familias venden a sus hijas de 12 o 14 años para que supuestamente trabajen en otra provincia, pero desconocen que las van a prostituir.
Primero las llevan a otra ciudad, las alojan en un hostal y unos días después las venden. Ellas entonces quieren escapar, pero sus captores aseguran que les deben los gastos del viaje, el alojamiento, la comida y la vestimenta. Siempre les adeudan algo más. Además les aplican multas por mal comportamiento.
“Nunca pagás porque te multan todo el tiempo, dicen que hablaste con una doña, que le faltaste el respeto a un cliente, que miraste mal al don. Te multan y te pegan”, testimonió en la investigación previa al juicio sobre Marita Verón otra esclava sexual, Blanca Vides, que planeaba fugarse con ella del burdel en el que eran explotadas en la provincia argentina de La Rioja. Vides logró huir en noviembre de 2003, pero justo a Verón se la llevaron con rumbo a España, según le contó la cocinera del prostíbulo. La justicia no sabe si efectivamente cruzó el Atlántico.

lunes, 13 de febrero de 2012

La orfandad del futuro


212 CHICOS HUÉRFANOS EN UN SOLO AÑO

Por Candelaria Schamun

Son los hijos de las mujeres que fueron asesinadas en 2011. Y en algunos casos los padres están presos por estos crímenes. Los familiares a cargo cuentan cómo viven estos menores su calvario.

13/02/12
Vera, Nicolás y Jerónimo dormían en la planta alta. Sus padres, Marcela Monzón y Mauricio Severi, discutían en el living. Los gritos y el balazo no lograron despertar a los chicos. Luego Mauricio actuó rápido: limpió las manchas de sangre del piso y las que habían salpicado las paredes del pasillo. Al final, cargó el cuerpo de Marcela en su camioneta Dodge Caravan. Días después, Mauricio fue detenido y el juez Alberto Baños lo procesó por “homicidio calificado”. En ese momento Severi confesó: “Hubo una discusión y un arma de por medio. Ella se metió el arma en la boca. Hubo un forcejeo y el arma se disparó. No me acuerdo si enterré su cuerpo en un descampado de Ezeiza o si la tiré en un baldío de Lomas”. Pero luego se desdijo, para declarar que era inocente. Desde aquella madrugada del 25 de septiembre de 2009, Marcela sigue desaparecida.
-Papá mató a mamá – le dijo Vera, un mes después, a su hermano de 11 años.
Según un informe de la “Asociación Civil La Casa del Encuentro”, en 2011 hubo 282 femicidios y como consecuencia de estos crímenes 212 menores de 18 años quedaron huérfanos de madre y en algunos casos, como el de Vera, Nicolás y Jerónimo, también perdieron a su padre porque está preso. “Es la primera vez que medimos las consecuencias de la violencia de género en los hijos”, dice Ada Rico, a cargo del informe.
Vera (16), Nicolás (14) y Jerónimo (9) –son nombres ficticios– quedaron al cuidado de su tía materna, Marita. Continúan viviendo en el mismo caserón, en el barrio porteño de Villa Pueyrredón. Desde 2009 los chicos comenzaron a ir al psicólogo. Al principio Marita pasaba las noches sin dormir porque sus sobrinos tenían miedo. Jerónimo a veces se dibuja a sí mismo con una parte buena y otra parte mala; en terapia dice que no quiere volver a tener la vida de antes, y se pone nervioso si piensa que su padre puede quedar en libertad.
Severi es juzgado en el Tribunal Oral Criminal N° 15. El viernes pasado, el fiscal Gustavo Gerlero pidió que lo condenen a la pena de prisión perpetua. Para el fiscal está claro que en la madrugada del 25 de septiembre de 2009 Severi asesinó a tiros a su esposa, y que luego cargó el cadáver en su camioneta y lo hizo desaparecer en algún descampado de Lomas. El fiscal también expuso el vínculo obsesivo de Severi con Marcela.
“El 1° de octubre me hice cargo de ellos. Perdí mi trabajo, dejé mi casa en Wilde, tuvimos que levantar una deuda de 6.000 pesos porque si no nos cortaban la luz. Ahora estamos sin gas por falta de pago. Vivimos con mi fondo de desempleo. Por suerte los chicos están becados en el colegio. Sólo cobré 2.400 pesos de un subsidio. Y en dos años Mauricio mandó 1.000 pesos para los chicos. Él hizo un inventario de todo lo que hay en la casa. Le tuvimos que pedir permiso para vender unos avioncitos para poder tirar unos meses. Necesitamos urgente un microondas, que de tanto usarlo se quemó y no tenemos plata para comprar otro”, dice Marita.
Desde el día en que Marcela desapareció, la casa quedó intacta: la foto del casamiento y los ceniceros de vidrio que ella fabricaba descansan sobre la mesita ratona del living, como los aviones en miniatura que construía Mauricio. Están los adornos que trajeron de Planet Hollywood, cuando veraneaban en Miami. La familia tenía un buen pasar económico y una vida llena de lujos: Mauricio, ingeniero aeronáutico (51), en ese momento trabajaba como representante de una empresa de Estados Unidos. En la casa había dos mucamas y dos camionetas 0 km. Mauricio estaba obsesionado por Marcela: le revisaba los mails y los celulares. El matrimonio estaba separado pero continuaban viviendo en la misma casa. Mauricio sabía que Marcela tenía una nueva relación y eso jamás lo soportó. Una semana antes del crimen, la camioneta de ella apareció incendiada.
Fabiana Túñez, cofundadora de la Casa del Encuentro, explica: “Hay casos en que los nenes quedan en manos de la familia paterna. Por ejemplo los hijos de Rosana Galliano (ver Casi no hablan...), donde la ex pareja está acusado de asesinarla. Pedimos la pérdida automática de la patria potestad del femicida. Que los chicos tengan un subsidio y asistencia”.
Durante los días de búsqueda de Marcela, sus hijos decían “papá está ayudando a la Policía a buscar a mamá”. Luego fue: “Papá tiene algo que ver en la desaparición de mamá”. Hasta que lo detuvieron. “Mi hermana quería el divorcio. Y él estaba obsesionado con ella”, dice Marita. En el allanamiento, la Policía científica descubriría, utilizando el reactivo luminol, las manchas de sangre que Mauricio había tratado de limpiar. También, en la parte de atrás de la camioneta, junto a un revólver calibre 22 que había sido disparado hacía muy poco tiempo.
Una noche, los familiares de Marcela estaban reunidos en el caserón de Villa Pueyrredón. Entre ellos estaban, sentados en la mesa del living, Vera y Nicolás: -Papá mató a mamá – le dijo Vera a su hermano de 11 años.
-¿Por qué la va a matar si se querían? – preguntó sorprendido Nicolás.
-Eso no era amor. Eso era obsesión – contestó Vera, que sabía muy bien cómo su padre perseguía a su mamá.
Luego hubo silencio.

lunes, 6 de febrero de 2012

La cárcel de fuego


El misterio de los presos quemados en Marcos Paz

Por Juan Manuel Bordón

Hubo seis casos en menos de dos años. Dos de las víctimas murieron prendidas fuego. Los incendios se dan en celdas de castigo, a las que sólo tienen acceso guardias del Servicio Penitenciario Federal. Dudas sobre los incendios en una cárcel “modelo”
05/02/12

Gustavo Truzzi (28) sabía que estaba en problemas desde mucho antes, pero cuando un preso recién llegado a la cárcel de Marcos Paz le mostró una navaja, un puñado de pastillas de rivotril y le dijo que se lo habían dado los guardias a cambio de que lo apuñalara, entendió que la cosa iba en serio e hizo una denuncia judicial. Un tiempo después – justo la noche que ese otro joven declaró ante la Justicia –, en su celda hubo un incendio que le quemó buena parte del cuerpo y lo tuvo internado durante casi 7 meses .
El suyo fue uno de los seis casos de presos quemados en circunstancias dudosas dentro del penal de Marcos Paz que la Procuración Penitenciaria de la Nación denunció en los últimos 24 meses. Dos de ellos murieron como consecuencia de las quemaduras y otros dos (ambos menores de 21 años) siguen internados en el Instituto del Quemado ; mientras que Truzzi y otro hombre sobrevivieron. “La cantidad de episodios realmente preocupa, más cuando pasan en una de las cárceles federales que supuestamente mejores condiciones tiene”, señaló el procurador Francisco Mugnolo.
En todos los casos, los presos quemados o sus familiares rechazaron –en charlas con Clarín – que se haya tratado de intentos de suicidio o accidentes. También pidieron que se investigue a los guardias a los que estos presos habían denunciado previamente .
Curiosamente, en los cuatro episodios ocurridos en pabellones de mayores los presos estaban sancionados, y por lo tanto sólo debería haber tenido acceso a sus celdas personal penitenciario. “Al ir castigados, les quitan cualquier cosa con la que se puedan lastimar; cinturones, cordones, fósforos o encendedores”, explicó un familiar de un preso que murió el mes pasado como consecuencia de un incendio en Marcos Paz.
De las siete muertes por incendios en cárceles federales que la Procuración investiga desde febrero de 2010, dos ocurrieron ahí. La primera fue el 25 de febrero de ese año, cuando un preso que había sido víctima de un incendio mientras estaba en una celda de castigo del módulo V murió tras cuatro días de agonía en un hospital.
El segundo caso fue el de Luciano Truzzi, en enero de 2011. El sobrevivió, su situación fue condenada por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y provocó la intervención de la Justicia, pero no evitó que un año después otro preso viviera un episodio idéntico en la misma celda de castigo: el buzón 3709 .
Esa historia comienza en el penal federal de Chaco, a fines de 2011. “Mi marido estaba para salir con libertad asistida en julio de este año, pero no le daban los puntos (de calificación de su conducta como interno) y uno de los jefes de seguridad de allá le dijo que iba a tener que pagar , así que él lo denunció”, contó la mujer de ese preso, que pidió reserva de su nombre. La justicia Federal de Chaco no sólo tomó la denuncia sino que pidió el traslado inmediato para evitar represalias.
El destino era el penal de La Pampa, pero el 23 de diciembre llegó –en tránsito– a Marcos Paz, donde ya había estado alojado y había denunciado a los guardias por torturas . “El 3 de enero lo fui a visitar a Marcos Paz con los chicos”, contó su mujer.
La denuncia que hizo la Procuración dice que, tras la visita, los guardias lo mandaron al buzón 3709, el mismo donde sufrió las quemaduras Truzzi y el único que tiene un pasaplatos en la puerta . Esa noche, “su colchón fue prendido fuego del lado de afuera a través del pasaplatos” , dice la denuncia.
El preso pasó casi un mes internado y fue dado de alta esta semana. Su mujer dice que no recibió ningún informe oficial sobre qué pasó. “Encima, en el hospital uno de los penitenciarios llegó a decirme que yo lo peleé ese día en la visita y por eso se prendió fuego”, contó su mujer.
Hasta ahora, la Procuración no sabe de ninguna sanción a penitenciarios por estos casos. “Esto da una sensación de impunidad grande . No sólo vemos procesos previos de castigos y maltratos que pudieron llevar a un preso al límite de querer quemarse vivo. También, tardanzas en apagar el incendio y dudas fundadas de si realmente fueron los presos quienes iniciaron el fuego ”, explicó el procurador Mugnolo.
La última muerte ocurrió hace 23 días, cuando José Miguel Igreda Erazo (35) falleció como consecuencia de las quemaduras sufridas en otro incendio ocurrido a fines del año pasado. Igreda había sido detenido en setiembre de 2011 y enviado a Marcos Paz a esperar su juicio, que sería en marzo. Un pariente que lo visitaba contó que no parecía tener problemas con los presos, “incluso lo veía con zapatillas y ropa buena, algo difícil adentro si tenés problemas”.
El 19 de diciembre, Igreda fue castigado por diez días tras una requisa, el 23 fue visitado por gente de la Procuración y denunció a los guardias, el 25 a la noche fue el incendio . “Pasó 19 días agonizando y en todo ese tiempo una sola vez lo vi abrir los ojos.
Yo quería que hablara, saber qué pasó, pero no aguantó ”, contó ese familiar, con la incertidumbre de no saber lo sucedido adentro de la cárcel.

miércoles, 25 de enero de 2012

Matar a los padres


El femicidio como abuso del capitalismo
En el libro "Eros, familia y cambios sistémicos", Jorge L. Brodsky recupera sin piedad las pruebas más incómodas de que la familia es un producto histórico. "Terminar con el modelo patriarcal de familia (sea la pareja homosexual o heterosexual), es la única salida para el género humano", asegura en esta entrevista.
El historiador Jorge L. Brodsky estudia en Eros, familia y cambios sistémicos. Crítica a la negación de la crisis familiar (Biblos), las diversas formas de la declinación paterna en el mundo contemporáneo, susceptibles de ser saldadas por una teoría revolucionaria de la familia y la sexualidad que destila un optimismo casi inédito en estos tiempos oscuros. Esta es la conversación con Ñ digital.

-¿Qué es lo que usted piensa hay más allá del patriarcado? ¿Está hablando de un formato familiar, de erotismo o de convivencia?
-En principio, no hay un solo formato histórico de patriarcado, sino varios. El pater familias romano tenía una potestad superior que la que tenía el padre de la unidad doméstica de la polis griega clásica, quien estaba condicionado aún por la organización gentilicia y por un marco jurídico que no contemplaba a la familia como la unidad básica de la sociedad. En términos históricos, la autoridad patriarcal se fue atenuando o acentuando, según la época y el lugar. Por eso, el análisis de la familia no puede ni debe abstraerse de las coordenadas témporo-espaciales, en primer término, ni debería dejar de atender la situación de las diversas clases de la sociedad, como un segundo aspecto metodológico.

La demografía histórica se encargó de demostrar que hubo momentos en que bajo la forma patriarcal, la mujer jugó un papel más relevante dentro de la familia, como sucedió en los hogares semicampesinos de la sociedad protoindustrial inglesa, y otros en los que fue relegada y claramente silenciada, como señalaba Engels que acaecía al interior de las familias burguesas a fines del siglo XIX.

En líneas generales, el patriarcado es un sistema que privilegia el derecho a hacer o deshacer, como más le plazca al padre, en el seno de la unidad doméstica. Sin embargo, no es el único formato de familia que haya existido en la historia humana: hay constancias etnográficas de que no sólo hubo, sino que aún hoy hay sociedades matriarcales. Esas sociedades de derecho materno son una herencia histórica de formas pretéritas de organización social, y de no mediar un proceso de superación de la civilización que ha forjado el capitalismo, es lógico que tiendan a desparecer. Pero también cabe la posibilidad de que el capitalismo, como sistema de organización social, se hunda inmerso en sus propias contradicciones y que, atravesado por la lucha de clases, se genere un proceso en donde la mujer –que ha luchado denodadamente durante siglos, en forma más abierta o solapada, según las circunstancias, por superar esta opresión– pueda jugar un papel protagónico en la construcción de una nueva organización social, con una lógica completamente apartada del individualismo propia del capitalismo.

Es un hecho incontestable que el patriarcado no se impuso como forma rectora de organización familiar sin mediar resistencia por parte de las mujeres. Las mujeres nunca han dejado de luchar contra la opresión por parte de los hombres. Esto se ve con mucha claridad en el fenómeno inquisitorial de la quema de brujas, es decir, en el tormento a aquellas mujeres que transgredían o interpelaban el dominio absoluto de una institución claramente dominada por los hombres como es la iglesia. En cuanto a las diversas formas de erotismo y de convivencia, debemos señalar que están empapadas de historia porque en definitiva, qué otra cosa es el erotismo y los distintos modos de convivencia sino el contenido relacional con que se estructura el sujeto en el seno de la unidad doméstica y en la sociedad. En este aspecto, el tema de los valores promovidos por una u otra clase social en pugna, es decir, por clases conscientes de su interés histórico, juega un papel mayúsculo.

-Suele decirse que el patriarcado (o las formas clásicas de la autoridad) están declinando de manera notoria.
-El retroceso del patriarcado en la sociedad burguesa va de la mano de la descomposición del sistema capitalista en esta etapa conocida como globalización. Las formas clásicas de autoridad declinan por su incapacidad de conducir al cuerpo social hacia una salida satisfactoria, ya sea en el plano material, económico, moral o afectivo. Y cuando la sociedad –y la familia– no ven una salida, se desenvuelven y enfrentan, por así decirlo, dos fuerzas: el miedo patológico, por un lado, que por su propia naturaleza es irracional, y la razón que descansa en la conciencia política. Si el miedo se adueña de la subjetividad de las masas, se activa la xenofobia, el racismo, el sexismo y todos los “ismos” que arrían la bandera de la condición humana. El ser humano tiene capacidad, a través de la razón, de planificar los cambios, y a través de la revolución, de concretarlos. Este camino alternativo puede reconducir al hombre a su condición de ser genérico, es decir, de sujeto que prescinde de la competencia como requisito básico de supervivencia, tanto en la sociedad como en el seno de la familia.

La hipótesis general de mi libro es de orden metodológico: la familia acompaña, promueve y sufre las crisis sistémicas, es incompleto y fallido cualquier análisis de esta unidad social en el cual se haga abstracción de la lucha entre las clases. El impacto de la crisis mundial sobre la familia, en lo que a mí respecta, vuelve obvia la superioridad de este abordaje metodológico. Las consecuencias del derrumbe europeo van a ser demoledoras para las familias del viejo continente, pero al mismo tiempo van a activar las condiciones para el desenvolvimiento de una situación prerrevolucionaria allí.

-La familia burguesa, ¿corre el riesgo de confundirse con el átomo de parentesco que formalizó Lévi-Strauss?
-En la familia burguesa el tío materno no juega el papel que Lévi-Strauss le adjudica al hermano de la madre en las sociedades etnográficas. En estas sociedades, el hermano accedería a entregar a su hermana para favorecer el intercambio y la circulación de las mujeres, dando lugar a la prohibición de relaciones entre hermanos, que pasarían a ser consideradas incestuosas. Se supone que en la sociedad contemporánea, la mujer se casa con el hombre por correspondencia afectiva y no por la cesión de la hembra por parte de ningún hombre de su núcleo familiar primario. En todo caso, el patriarcado burgués le permitiría al padre, forzando la situación y en determinadas circunstancias en las cuales éste pudiese hacer valer su patrimonio (pero esto por fuera de lo que contempla la norma burguesa, que respalda en los papeles al eros romántico), imponer las reglas para la alianza conyugal. El hermano de la novia no juega acá ningún papel. Es decir que la llamada relación avuncular pierde el peso que Lévi-Strauss le atribuye tener (en las sociedades etnográficas). Se trata de situaciones y vínculos completamente diferentes, no son lo mismo ni hay lugar para la confusión.

El error metodológico del estructuralismo, desde mi punto de vista, es que aborda a la familia como una organización social cuya identidad en todas las culturas y sociedades estaría dada por una estructura elemental o átomo de parentesco, cuya reproducción quedaría garantizada por el tabú del incesto. La visión estructuralista pierde de vista la dinámica familiar y el recorrido de los cambios sistémicos, que son lo esencial, porque esos conflictos en su desarrollo permiten entender el tipo de relaciones que se cocinan al interior de la unidad doméstica (erotismo y modos de convivencia incluidos); cómo se van modificando y cómo se van estructurando en una axiología que al tiempo vuelve a ser interpelada.

-Su trabajo, ¿es deudor en alguna medida de la antipsiquiatría inglesa que representaron, entre otros, Ronald Laing y David Cooper?
-Mi formación es histórica, pero es evidente que la lectura de La muerte de la familia, de David Cooper, me abrió la visión de las cosas. Tiene una mirada border, que oscila entre la proclama libertaria y el informe científico, y si bien no comparto plenamente muchas de sus afirmaciones, me seduce. Soy un convencido de que las ciencias sociales deben ser puestas al servicio del elevamiento moral del género humano, en función de rescatar su salud mental, y esto sólo se consigue apostando a la victoria de Eros sobre la pulsión de muerte, el belicismo, el narcotráfico, la pedofilia, la violencia doméstica. Las ciencias sociales no pueden estar al margen del destino de la humanidad. Es necesaria una revolución social, y las ciencias sociales tienen que hacer su aporte. Justamente, el gran aporte de la ciencia fue su apego a la verdad, en confrontación con el dogmatismo y la verdad revelada. La verdad es revolucionaria, ataca los intereses consolidados en una ideología del miedo, la fobia, el odio irracional.
Rosa Luxemburgo lo sintetizó hace un siglo con el dilema Socialismo o barbarie. Hoy tiene plena vigencia

-Algo más coyuntural pero relacionado en parte a su libro. ¿Cómo pensar esta ola de femicidios, violaciones, asesinatos a niños, niñas, al interior de la familia burguesa contemporánea?
-El psicoanálisis tuvo un desarrollo impresionante en la Viena de los años previos a la Gran Guerra. Viena era la capital del imperio austro-húngaro, donde se encendió la chispa que llevó a la conflagración mundial. Las enfermedades de orden psíquico atestaban los consultorios, pero el mundo se encaminaba hacia una masacre, un genocidio de tal magnitud que no tenía precedentes históricos. Uno y otro aspecto están íntimamente vinculados. Las sociopatías, psicopatías y esas manifestaciones de morbidez social no son otra cosa que la expresión de una sociedad que ha llevado sus contradicciones a un punto tal que ya es imposible desandar el camino sin apostar por un cambio social de conjunto. Las formas más primitivas aparecen reaccionando frente a lo que surge como una amenaza. El “mundo externo” es una amenaza, pero en realidad, el monstruo se ha adueñado del individuo que se siente amenazado. ¿En qué consiste la amenaza? Muchas veces el límite es la amenaza. La presencia del otro agobia. Pero las relaciones interpersonales son la argamasa de la sociedad, y el hombre, por constitución antropológica, es un ser social. Allí hay una contradicción, que deberá resolverse a favor de Eros o Tanatos.

Las relaciones humanas están viciadas por el individualismo, la competencia, el culto al dinero, que no es, en definitiva, otra cosa que un fetiche que oculta la explotación del trabajo ajeno. Baste recordar los campos de concentración nazis o de la dictadura militar argentina, los “daños colaterales” de las fuerzas de la OTAN en Yugoslavia, las torturas en las cárceles de Guantánamo, los abusos sexuales de los curas y de las fuerzas de “paz” de la ONU, para entender que la apropiación de los cuerpos de las mujeres y de los niños es un simple reflejo de un sistema que está históricamente agotado y que retrocede a formas de explotación pretéritas, subsumidas dentro del modo de producción capitalista: la esclavitud, la servidumbre, el derecho de vida y muerte que el pater familias tenía sobre el resto de los miembros de la familia. El capitalismo es el problema. Terminar con la lógica del capitalismo, con su modelo patriarcal de familia (más allá de que la familia esté constituida por una pareja homosexual o heterosexual), es la única salida para el género humano.