viernes, 12 de diciembre de 2008

Dudamel, la duda melódica


Leamos estos dos comentarios sobre Dudamel (Gustavo Adolfo Dudamel Ramirez, Barquisimeto, Venezuela, 26 de enero de 1981), tienen mas de un año de diferencia. Me parecieron un claro ejemplo de cómo se transmiten distintos sentimientos a través de la crítica y de la línea editorial de un medio u otro. Particularmente no tengo dudas, me quedo con la intencionalidad del segundo antes que con las advertencias del primero. Tiene 27 años, “déjalo ser” cantaban los Beatles. Mariana Hernández Larguía.

El riesgo de ser un meteoro

J. L. PÉREZ DE ARTEAGA LA RAZÓN/23VIII2007

Cuando el pasado domingo Gustavo Dudamel y sus 150 chavales -pido permiso para llamarlos así, la edad media está en los 18 años- de la Orquesta Simón Bolívar atacaron en el Royal Albert Hall una versión sinfónica del «Alma llanera» de Pedro Elías Gutiérrez -sí, eso, «Yo nací en esta ribera del Arauca vibrador», etc., que es, por cierto, parte, «Joropo» para ser exactos, de la zarzuela del mismo título de 1914-, los «Proms» londinenses parecieron entrar en una dimensión nueva, más allá incluso de su famosa «Última noche», que es lo más similar a un concierto rock en el terreno de la música clásica. Y es que el joven maestro y sus compañeros arrasaron en el festival londinense, con una exhibición de profesionalidad no exenta de humor y algarabía. Se puede decir más, sí, en una obra de la densidad de la «Décima Sinfonía» de Shostakovich, pero es difícil tocarla mejor. Y a Leonard Bernstein le habría enloquecido escuchar la versión más «Shark» -la banda de los puertorriqueños- y latina de sus danzas de «West Side Story», con 5.000 espectadores gritando «¡Mambo!» a señal de Dudamel. El gran peligro de este músico superdotado, sucesor ya de Neeme Járvi en la Sinfónica de Goteborg, relevo «a futuris» (2009) de Essa-Pekka Salonen en la Filarmónica de Los Ángeles, es su misma facilidad innata para abordarlo todo, su casi digna de Mozart hiper-gracia divina para encandilar y arrastrar orquestas y públicos. Dudamel es ya una criatura mimada por el marketing, que a sus 26 años graba «Quintas Sinfonías» de Beethoven y de Mahler. ¿Qué va a decir cuando se enfrente a las «Novenas» de estos autores, a la «Séptima» de Bruckner, la «Catorce» de Shostakovich, o la misma «40» de Mozart, al «Réquiem alemán» de Brahms o al «Parsifal» de Wagner? Dudamel y sus huestes ya han pasado por España y en 2008, mes de mayo, el músico se pondrá ante la Orquesta Nacional. De momento es un meteoro, pero los hay que pasan y no vuelven: ése es su riesgo.

El músico venezolano conquista Los Ángeles

©AFP/Archivo Robyn Beck

Dudamel lleva a EEUU sus orquestas juveniles contra la exclusión.
Cientos de caritas atentas, todas con los rasgos raciales de la exclusión en Los Ángeles: niños latinos y negros que este fin de semana ensayaron por primera vez con su nuevo "superhéroe", el director de orquesta venezolano Gustavo Dudamel, exportador del sistema musical para los pobres. "Quiero ver sus capas de superhéroes, quiero que vuelen con el poder de esos instrumentos", lanzó el joven Dudamel ante un centenar de niños pobres, que el pasado sábado estuvieron bajo las órdenes de quien es el nuevo director de la Orquesta Filarmónica de Los Ángeles, donde empezó a consolidarse el Sistema de Orquestas Juveniles e Infantiles que creó Venezuela en 1975. Clarinetes, violines y trompetas en manos y boca, niños de siete a 11 años entonaron primero la Sinfonía número 5 de Beethoven (finale) ante varias interrupciones del director que sacudiendo sus rulos negros para detener el ensayo les corrigió "porque sonaban a un globo desinflándose", y otras tantas veces celebró sus pequeños logros: "¡Si siguen así, llegarán lejos!". Una vez terminada esta pieza, en la sala del Expo Center, un remozado centro deportivo del ala pobre de la ciudad que fue sede de los Juegos Olímpicos de 1932, se oían tantos aplausos como padres, periodistas, camarógrafos y millonarios filántropos moqueando con los ojos empapados. "¿Se da cuenta usted de este milagro? Esto es muy bonito, ¿quién iba a decir que mi Casandra llegaría hasta aquí?", comentó María a la AFP, con la voz entrecortada una vez terminó la música que contó con la viola de su niña de 11 años. María, dio su apellido pero aclaró luego que es una mexicana indocumentada, desempleada por ahora, que lleva más de diez años en Estados Unidos y que vive junto a su esposo, Casandra y otro hijo de seis años, en el barrio obrero de South Central. Desde este sector de la ciudad, frecuentemente reseñado en la prensa por muertes de inocentes por balas perdidas a raíz de las batallas pandilleras, María viaja tres veces a la semana 40 minutos en un autobús para llevar a su hija a los ensayos en el Expo Center, "y tal como dice el contrato que firmamos, cuidamos el instrumento, la llevo a todas las clases y nos preocupamos de que ensaye en la casa al menos 20 minutos todos los días". La impresión de María el sábado al ver el ensayo de su hija bajo las órdenes de Dudamel, se expresó en lágrimas y ovaciones de decenas de padres que acompañaron a sus hijos a este evento en el que casi todos los niños terminaron pidiendo un autógrafo o una foto con el director de orquesta de 27 años. "Estoy feliz de estar aquí, ustedes me recuerdan a mis comienzos. Yo también empecé como ustedes en una orquesta pequeñita en mi ciudad de Barquisimeto", dijo el director antes de sorprender a los niños anunciándoles que el próximo ensayo de esta orquesta juvenil incipiente en Los Ángeles será en el Disney Concert Hall, la sala de concierto de la Filarmónica concebida por Frank Ghery. Con un ritmo pedagógico de estímulo puro, alejado de aquella educación rígida asociada a la enseñanza de disciplinas clásicas, Dudamel siguió el ensayo con Can Can de Offenbach, "la que más me gusta practicar", aclaró Christopher, un chico de 10 años con el contrabajo en mano. "A mí ésta también me encanta y queremos enseñarle todo lo que hemos avanzado", dijo de su lado Javier Vivar, 'trompetista' desde mayo de este año y que a sus 10 años tiene a su instructor, David Pittel, con la boca abierta por su potencial; "es que tengo mucho aire aquí", apuntó Javier, gordito, mientras señalaba su panza. "¡Quiero sentir un terremoto aquí!", vociferó ante la orquesta en formación Dudamel, que cada tanto preguntó en español ¿cómo se dice en inglés...? y algún alumno o representante le sopló la frase traducida. "Esta energía, esta oportunidad es algo inexplicable para nosotros los pobres. No nos están cobrando nada y nos están dando demasiado", dijo María. Javier y Christopher, uno latino y otro negro, lo único que tenían claro después del fin de semana es que "cuando sea grande quiero ser como Dudamel pero tocando trompeta", dijo el primero mientras el segundo apuntó: "Ahora, Gustav es mi superhéroe".

No hay comentarios: