martes, 27 de enero de 2009

Verdades novelescas


Cortázar decía que el perfil literario de los desordenados y tibios cronopios se le ocurrió en medio de un concierto de Stravinski. También dijo que Charlie Parker era uno de ellos. Dionisíacos, creativos y un punto surrealistas, los cronopios son lo contrario de los famas, esos apolíneos y pragmáticos individuos que necesitan papel rayado para escribir y que aprietan desde abajo el tubo de dentífrico. Vargas Llosa en una conferencia sobre su próxima novela expresó -Toda buena novela dice la verdad y toda novela mala miente, yo espero que esta novela esté plagada de mentiras históricas y verdades literarias-. Estos dos párrafos pertenecen, respectivamente, el uno a un reportaje aparecido en el diario El País de Madrid y el otro a una noticia aparecida en el diario digital 24 Horas de Lima. Los he extraído para tentarlos a que los busquen en el texto y los lean entrelíneas. No quisiera inducir a nadie pero a mi es que Cortázar me gusta . Mariana Hernández Larguía.

Los cronopios salen de juerga
Tres inéditos de Julio Cortázar conmemoran el 25º aniversario de su muerte
JAVIER RODRÍGUEZ MARCOS

Los chicos de la escuela le llamaban "el belgicano" porque gargarizaba las erres y porque había nacido, por casualidad, en Bruselas. Fue en agosto de 1914, en el arranque de la Primera Guerra Mundial y durante una misión de su padre en la embajada Argentina. Afable, aniñado y con ojos de gato, "larguirucho, carapálida, desgarbado y lampiño", así recordaba a Julio Cortázar en la primera página del primer tomo de sus Obras completas (Galaxia Gutenberg / Círculo de lectores) su amigo, el crítico Saúl Yurkievich, que, acto seguido, matizaba lo de lampiño a la luz de la barba con la que, en los años setenta, el escritor quiso homenajear al Che y, de paso, a Orson Welles.
El 12 de febrero de 1984, muy pronto hará 25 años, el autor de Bestiario murió en un hospital de París víctima de una leucemia. Yurkievich, que estaba a su lado, contó que poco antes había pedido escuchar el último quinteto de Mozart y un solo de piano -I ain't got nobody- de Earl Hines.
Había llovido lo suyo desde que, en 1951, vendiera su colección de discos de jazz para malvivir en Francia como un becario feliz. También desde que, dos años más tarde, se consagrara, por encargo de Francisco Ayala y para la Universidad de Puerto Rico, a traducir los relatos y ensayos de Edgar A. Poe. Una traducción que Páginas de espuma y Edhasa acaban de reeditar en España para conmemorar el bicentenario del narrador estadounidense.
Ese mismo año, 1953, Cortázar se había casado en Buenos Aires con Aurora Bernárdez, una licenciada en letras de origen gallego que, con el tiempo, se convertiría en la brillante traductora de autores como Italo Calvino, Lawrence Durrell y Albert Camus.
Bernárdez, de 91 años, se separó de Cortázar en 1968, pero cuidó de él en sus últimos días y sigue cuidando de su legado. De hecho, ayer presentó en Madrid una edición artística con tres textos inéditos de la serie de Historias de cronopios y famas, según Vargas Llosa, amigo de la pareja, el libro más "travieso" de Julio Cortázar. Ella fue, además, la inspiradora de esos relatos llenos de paradojas. "Un día en la villa Médicis de Roma", contó ayer, "le dije a Julio: 'esta escalera es para bajar no para subir' y él me dijo: 'nunca lo había pensado". Ahí arrancó la colección.
Caligrafiado por Josemaría Passalacqua y con ilustraciones de la artista italiana Judith Lange, los nuevos cuentos han sido publicados en tirada limitadísima -100 ejemplares- por Del Centro Editores.
Los tres relatos -Never stop the Press, Vialidad y Almuerzo- comparten el espíritu gamberro y patafísico de Historias de cronopios y de famas, publicado originalmente en 1962, es decir, justo un año antes de la aparición de Rayuela, la novela fragmentaria y total que, en forma de declaración de amor a París -"la mujer de mi vida"- consagraría definitivamente al escritor argentino como uno de los maestros del boom latinoamericano.
El agobio por el trabajo y la incomunicación presentes en los nuevos textos -un cronopio, por ejemplo, pregunta a un fama cuántas patatas fritas quiere con el filete- se suman así a delirios ya clásicos como las instrucciones para llorar, para comportarse en un velatorio, para subir una escalera o para dar cuerda a un reloj. Ya se sabe, cuando te regalan un reloj, te regalan "el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se te caiga al suelo y se rompa".
Pero, ¿qué es un cronopio? Cortázar decía que el perfil literario de esos seres "desordenados y tibios" se le ocurrió en medio de un concierto de Stravinski. También dijo que Charlie Parker era uno de ellos. Dionisíacos, creativos y un punto surrealistas, los cronopios son lo contrario de los famas, esos apolíneos y pragmáticos individuos que necesitan papel rayado para escribir y que "aprietan desde abajo el tubo de dentífrico".
Desde que Cortázar publicó su libro, la humanidad se dividió en cronopios y famas. Si los tres relatos recién rescatados fueron desechados en la primera edición, se debió según su viuda, a que quería evitar la repetición: "A veces escribir cosas así puede resultar mecánico. Él decía que podía ser fácil seguir fabricando situaciones. Claro, había que tener su talento. ¿Qué todos queremos ser cronopios? Bueno, como me ha dicho Judith Lange, todos somos todo. Estamos hechos así, de contradicciones. De hecho, yo conozco famas que en el fondo son cronopios. Como decían mis tías: tiene que haber de todo". Julio Cortázar, sin repetirse, siguió tirando del mismo hilo zumbón en libros inclasificables, y ajenos al corsé de los géneros, como La vuelta al día en ochenta mundos, Ultimo round o Los autonautas de la cosmopista, escrito a cuatro manos con su segunda esposa Carol Dunlop, que murió dos años antes que él. El desparpajo de su literatura no es nada extraño en alguien a quien sus amigos veían como un niño grande, un escritor muy serio que siempre manejó las palabras como si fueran de juguete. Los relatos fueron desechados, según la viuda, para evitar repeticiones

Mario Vargas Llosa brindó conferencia sobre su próxima novela Diario

El crepúsculo, el cielo y el mar de Trujillo se unieron para recibir al escritor peruano Mario Vargas Llosa en un impresionante escenario construido en la playa Sur de Huanchaco, adonde el laureado escritor llegó como invitado de honor de la Cuarta Feria del Libro.
En ese marco, Vargas Llosa, invitado de honor de la Cuarta Feria del Libro de Trujillo, dictó la conferencia Los secretos de un novelista. Precedieron su presentación una serie de performances basadas en la mitología y el folclor huanchaqueros, a cargo de distintos grupos de danza locales. El escritor reveló que la idea de la conferencia era “contarles lo que está detrás de una novela, las imágenes, cómo se inventó tal historia y los personajes. Cada novelista tiene su método de trabajo y lo haré de la manera más llana posible, desdoblándome, como si fuera un periodista.” De este modo, Vargas Llosa se interrogó ¬y respondió a sí mismo acerca del proceso de creación de la novela. “La novela nace de una manera muy misteriosa: algo me ocurre, conozco a una persona, me cuentan una anécdota, leo algo. Esto deja en mi memoria unas imágenes que con el tiempo o a los pocos días o a las semanas de repente se ha convertido en una especie de fantaseo, una idea que me ha sugerido algún episodio. He fantaseado a partir de eso y construido el embrión de una historia”, dijo. El personaje de la nueva novela de Vargas Llosa, que tiene el título provisional de El sueño del celta, se llama Roger Casement. El escritor dio con él debido a una serie de referencias del novelista inglés Joseph Conrad, quien conoció a Casement cuando éste era cónsul inglés en el Congo, en ese entonces núcleo del imperio belga, comandado por el rey Leopoldo II. “La realidad del Congo era una realidad atroz. Me encontré tratando de imaginar por qué fueron importantes las revelaciones y testimonios de Casement para Conrad. Fue un personaje extraordinariamente importante en su tiempo y que había caído en el olvido por razones muy dramáticas. Denunció ante Inglaterra y Europa las atrocidades indescriptibles que se cometían en el Congo en la época de la colonización belga, a fin de que los horrores cesaran o disminuyeran”, añadió. Casement había estado en la Selva amazónica, en la zona cauchera de Colombia, Perú y Brasil, elaborando informes para el gobierno británico acerca de la explotación de esta materia prima. “Documentó minuciosamente lo que ocurría. Hizo una denuncia sobre la situación de los indígenas y demostró que algunas comunidades simplemente habían desaparecido por las condiciones impuestas por los caucheros”, añadió. Sin embargo, y según Vargas Llosa, Casement mostró una faceta distinta a como se le conocía. Había nacido en el Ulster, región de Irlanda cuya cercanía a Gran Bretaña era reconocida, en oposición a los irlandeses nacionalistas. Procedente de una familia fiel a los valores del imperio británico, su visión de las cosas comenzó a cambiar al ser testigo de los excesos colonialistas. Entonces, comenzó a vincularse con los nacionalistas irlandeses. “Estalla la Primera Guerra Mundial. Inglaterra y Alemania se enfrentan y empiezan a matarse en los campos de Bélgica. La marina inglesa captura un submarino lleno de fusiles y armas para los radicales del Ejército Republicano Irlandés (IRA), que ha estado tramando un levantamiento contra Inglaterra aprovechando que está en guerra contra Alemania. Quien lleva las armas es Roger Casement, diplomático británico que conspira con los alemanes y el nacionalismo irlandés contra el imperio.” Scotland Yard halla un diario en el que se relatan “textos de una vulgaridad pestilencial sobre episodios sexuales, donde hay casos de pedofilia. Lo que choca más en estos fragmentos es la extraordinaria vulgaridad con que está confesado y exhibido. Casement es ahorcado.” Vargas Llosa concluyó que la vida de Casement y todas las implicancias de este caso, como los efectos del colonialismo en los pueblos colonizados, ameritaban realizar una novela. “Toda buena novela dice la verdad y toda novela mala miente. Yo espero que esta novela esté plagada de mentiras históricas y verdades literarias”, dijo a manera de conclusión.

4 comentarios:

Walden dijo...

Me gusta mucho Cortazar y me ha gustado mucho tu blog, la forma en que acotas las noticias.
Walden. Un saludo.

Oscar Grillo dijo...

Decir que toda buena novela dice la verdad es mentira.

Mariana Hernández dijo...

Hola Grillo (porque me gusta más Grillo que Oscar):
Es clá, como diría un catalán, que son ahorrativos en cuestiones de diners y de palabras, más que nada de lo que se trataba es de que se notara mi animadversión hacia el tal Vargas Llosa. Como diría “el Conejo” (de Polenta con pajaritos)... -¡La conchi su madre!-.
Un abrazo Grillo.

Oscar Grillo dijo...

A mi tambien me gusta el nombre "Grillo". Mi hijo me llama Grillo.
Vargas Llosa es un muy buen escritor pero es tambien un sinverguenza. Los dibujantes dibujan mal y o bien pero pocas veces creen que estan diciendo verdades empiricas, mira sino al rinoceronte de Durero o a las parejas copulando de Hokusai. Pura joda!
Pero bastante a menudo los escritores se creen en control de las ideas mas importantes. Sera bueno cuando se aviven de eso que dijo el a veces insoportable Enrique Santos Discepolo:
"vivimos revolcaos en un merengue
y en el mismo lodo todos manoseaos".