domingo, 8 de marzo de 2009

El talión de la pena


Dos noticias (una la leí en AFP y la otra en el diario El País de Madrid, ningún comentario de mi parte, todos los que quieran de parte de ustedes, solo recordar que hoy es el día internacional de la mujer y que mujeres hay en todo el mundo. Seamos ellas, entonces. Mariana Hernández Larguía.

Una iraní desfigurada con ácido, aliviada por poder aplicar pena del talión

Una iraní que vive en España y que quedó desfigurada y ciega cuando un hombre al que rechazó le lanzó ácido a la cara expresó su "alivio" porque la justicia iraní le permitirá aplicarle la pena del talión a su agresor.
Ameneh Bahrami reside en España, donde fue tratada por el Instituto de Microcirugía Ocular (IMO) de Barcelona, y concedió una serie de entrevistas a la prensa local, un mes después de conocer la sentencia contra su agresor.
"La persona que me ha hecho esto merece pasar por el mismo sufrimiento. Sólo así entenderá mi dolor", declaró al diario ABC.
Explicó que sintió "alivio" al conocer la sentencia y que su intención "es aplicarla no sólo por venganza sino para que ninguna chica vuelva a pasar por esto".
El agresor "será anestesiado y no sufrirá dolor. No se le desfigurará el rostro, porque bastan unas gotas, ni tendrá las lesiones internas que yo he tenido. Debe pagar. Ojo por ojo, es la ley del talión, literalmente", explicó.
El agresor, Majid que reconoció haber arrojado ácido al rostor de Ameneh, en 1994, porque rechazaba su oferta de casamiento, fue condenado en noviembre a recibir diez gotas de ácido sulfúrico en cada uno de sus ojos. Esta pena fue confirmada por la Corte Suprema iraní a principios de febrero.
La pena del talión, adoptada por la ley islámica, consiste en imponer al reo el mismo daño que causó a la víctima.
Sin embargo, según la mujer, la justicia iraní había previsto cegar sólo un ojo del agresor. Al final, "le he dicho al juez que con un ojo puede vivir", dijo a El País, logrando que le quiten la vista de los dos a cambio de renunciar a una indemnización.
"No cogeré el dinero que me ofrece como indemnizacion (20.000 euros, ndlr) pero sí sus dos ojos", sentenció.

"Mi padre me amenazó con tirar la primera piedra de mi lapidación"
Selamha fue obligada a casarse con un hombre de 40 años cuando ella tenía 14 - Su 'marido' y sus progenitores se enfrentan hoy a penas de entre 10 y 17 años

I. CEMBRERO / P. ESPINOSA - Madrid / Cádiz - 07/03/2009
Toda su declaración la hizo entre lágrimas. Selamha Mint Mohamed, mauritana de 16 años, contó ayer en la Audiencia Provincial de Cádiz cómo sus padres la forzaron hace tres años a
casarse y a mantener relaciones sexuales con Mokhtar Salem, que superaba los 40.
"Mi padre me amenazó", aseguró Selamha por videoconferencia. "Me decía que me iba a lapidar y que la primera piedra me la iba a tirar él", prosiguió ante un público compuesto mayoritariamente por mauritanos y saharauis que reprobaban sus palabras. La víspera, sus progenitores, Mohamed Ould Abdallahi y Hawa Mint Cheikh, habían asegurado que su hija aceptó casarse sin ser coaccionada. Mokhtar Salem precisó además que consintió mantener relaciones.
La fiscalía pide 10 años de cárcel para el marido, en prisión preventiva, por agresión sexual. A los progenitores les imputa además por coacciones, violencia doméstica en el ámbito del hogar y trato denigrante. Por eso pide 16 años para el padre y 17 para la madre. Ambos están en libertad provisional.
La historia arranca en Guerou, una ciudad de 15.000 habitantes 500 kilómetros al sureste de Nuakchot, la capital. Hawa y su hija Selamha regresan a su país de vacaciones en el verano de 2006. El matrimonio reside en Puerto Real (Cádiz) desde finales de los ochenta y tiene tres hijos nacidos en España, pero que siguen siendo mauritanos.
Selamha es la mayor. Ha cumplido 14 años, y su primo Mokhtar, de 40 años, un pequeño empresario, pide su mano y ofrece una dote. Mohamed, el padre, da su acuerdo por teléfono desde Puerto Real. La boda se celebra. "Acepté que mi hija hiciera lo que hacen todas las chicas mauritanas: casarse con sus primos mayores", explica por teléfono Mohamed, un septuagenario casi analfabeto que en más de 20 años en Cádiz apenas aprendió un puñado de palabras de castellano.
Tras unas semanas de convivencia, Selamha y su madre vuelven a Puerto Real, y la chica reanuda sus estudios. Ella y su hermano Abdalá pasan muchas horas, e incluso días, en casa de Andrés Macías, un vecino español cuyas hijas veinteañeras, Raquel y Marga, cuidan de ellos como unas hermanas mayores. La más pequeña de la familia, Aicha, es también dada de hecho en acogida durante años a otra familia gaditana, la de Yolanda Jaén.
Casi un año después de la boda, en mayo de 2007, a Mokhtar, el marido empresario, le sale un viaje a Alemania, y a su regreso se para en Puerto Real para ver a su esposa. Forzada por sus padres, asegura Selamha, vuelve a mantener relaciones sexuales. "Yo me resistía, y mis padres me decían que me matarían, que me quemarían o que me cortarían el cuello", recordó ayer. Aquella noche, sin embargo, el padre no estaba en la vivienda familiar.
A la mañana siguiente, Selamha corre llorando a casa de sus vecinos. Raquel se la lleva primero al hospital, para un reconocimiento, y después a la comisaría para poner una denuncia. Desde entonces la chica está en tratamiento psicológico.
La policía detiene enseguida a los padres y al pequeño empresario. El juez les retira la patria potestad, emite una orden de alejamiento de 500 metros -de muy difícil cumplimiento en Puerto Real- y ordena el ingreso en prisión del marido y de la madre. Ésta saldría a los 11 meses.
"Tenemos la sospecha de que la niña ha sido incitada a denunciar a sus progenitores por una familia vecina que pretende criarla y educarla pese a que no tienen ningún vínculo legal con ella", afirma Sidi Mohamed, un periodista mauritano que actúa como portavoz de los padres.
"En el trasfondo de este asunto hay un malentendido cultural", añade. A los imputados en ningún momento se les pasó por la cabeza que las costumbres mauritanas pudieran ser delito en España. Israel y Yolanda, la pareja que crió a Aicha hasta los ocho años -va a cumplir 10-, temen que si el matrimonio no es condenado la historia se vuelva a repetir. "La están preparando para una boda como la de Selamha", sostiene Israel. "En Reyes no quisieron que llevásemos a Aicha
regalos so pretexto de que es una festividad que no celebra su religión".

1 comentario:

A.L.Zarapico dijo...

La verdad condeno esta religión o costumbres, pero tampoco estoy de acuerdo con la ley de tailón.