martes, 23 de noviembre de 2010

Una de cal y una de brea


Estas dos notas que pueden leer a continuación aparecieron sucesivamente, una el 22 y la otra el 23 de noviembre de 2010 en el diario Página/12 de Argentina. En ellas me ha resultado notable entrever como la memoria y la desmemoria pueden hacer esclarecedoras reparaciones o descomunales estragos según como se las aplique. Acuerdensé, y no se olviden. Agur. Mariana Hernández Larguía

LA EX PAREJA DE UN ASESINO CUENTA COMO FUNCIONABAN LOS PARAMILITARES
La CNU contada desde casa

Su testimonio es clave para la Justicia en la investigación del papel de la represión clandestina ejercida por el Estado desde 1975. Pero Mirta Masid también accedió por primera vez a contar en una entrevista periodística la historia que vio como pareja de un comando operativo de la Concentración Nacional Universitaria.

Por Martín Granovsky
Es la primera vez que aparece su nombre en público. Mirta Masid ya declaró dos veces en la Justicia con identidad reservada y ahora concede una entrevista periodística. Su relato está marcado por una sigla, CNU, la Concentración Nacional Universitaria. Nació en 1968 como una fuerza de choque dentro de la derecha peronista y en 1975 se convirtió en una herramienta del Estado. Dependía de la Policía de la Provincia de Buenos Aires y de las Fuerzas Armadas. Masid vio parte de esa transformación desde su casa: fue pareja de Carlos González, “Flipper”, uno de los asesinos de la CNU.
Mirta Masid declaró ante la Justicia como parte del Programa Verdad y Justicia del gobierno nacional y amparada en el Programa de Protección de Testigos.
Cuenta Masid, que da su nombre pero no quiere fotos, a Página/12: “El asesinato de Silvia Filler fue el primer patinazo de la CNU. Entraron armados a la universidad y empezaron a los tiros. Filler sabía que ellos iban a romper la asamblea. Fue más que eso. La mataron”.
Era diciembre de 1971 en la Facultad de Arquitectura de la Universidad Provincial de Mar del Plata, que aún no tenía universidad nacional. La Justicia condenó por homicidio a Oscar Héctor Torres, que fue quien realizó el disparo que dio en la frente de Filler y la mató. También sentenció a Raúl Arturo Viglizzo, Marcelo Arenaza, Ricardo Alberto Cagliolo, José Luis Piatti, Alberto José Dalmaso, Raúl Rogelio Moleón, Eduardo Salvador Ullúa, Luis Horacio Raya, Eduardo Aníbal Raya, Oscar Silvestre Calabró, Carlos Roberto Cuadrado, Ricardo Scheggia, Carlos Eduardo Zapatero, Martha Silvia Bellini y Beatriz María Arenaza.
Quedaron libres en 1973, beneficiados por la Ley de Amnistía votada por el Congreso a instancias del presidente Héctor Cámpora.

Toby

“Yo estaba casada con mi primer marido, y era una señora de mi casa que no trabajaba”, recuerda Masid. Entonces simpatizaba con el Partido Socialista de los Trabajadores, el PST, que llevó de candidato a presidente en 1973 a Juan Carlos Coral.
En ese momento Mar del Plata recibía todos los veranos un aluvión turístico pero el resto del año era una aldea donde todos se conocían. En la secundaria, que cursó a fines de los ’50 y principios de los ’60, Masid fue primero al San Vicente y luego al Comercial. Tiene grabada la imagen de un profesor, Adolfo Domijian, “uno de los mejores que tuve”. Daba Derecho Comercial. El alumno que más le discutía era Ernesto Piantoni. También fue al secundario con Gustavo Demarchi.
Piantoni llegaría a ser el jefe de la CNU en Mar del Plata. Demarchi terminaría como fiscal. Desde su cargo sería, como mínimo, el gran amparo de los grupos de choque.
Cuenta Masid: “El padre de Piantoni tenía mucho dinero. En una época donde todos íbamos a bailar y bailábamos, Ernesto Piantoni se sentaba solo a una mesa con una chica muy educada. Siempre marcaba una diferencia. Como si no se mezclara. Era gordito, rubicundo, blancuzco. No era una persona muy agraciada. Tenía voz finita y lo llamaban Toby, como el personaje de historieta”.
Lo mismo pasó en el casamiento de Raúl Viglizzo, uno de los condenados por el asesinato de Filler. “La fiesta fue en el Círculo Militar porque la chica era hija de militares. Estábamos los reos por un lado, tirados arriba de la mesa por la novedad de los bocaditos de caviar, y Piantoni a distancia, en otro lado.”
Salvo Piantoni y alguno más, la generación que cumplió los 20 alrededor de 1966 usaba jean y pelo largo. E incluso después del asesinato de Filler, los marplatenses que militaban en política seguían mezclándose. Así fue entre 1973 y 1975. “Bar hasta las cinco de la mañana”, cuenta Masid. “Hablar de política. Ir a las peñas, como la de Julio Bosata, en Los Pinos de Anchorena, cerca del complejo universitario. El bar Artus. A El Bilbaíno iba a todo el mundo. Grupos de izquierda y también de derecha. Se retrucaba con cantos de la Guerra Civil Española. Unos cantaban canciones republicanas. Otros contestaban con las franquistas. Y también el sexo era una estrategia, porque así se conquistaban militantes. En las peleas, en ese momento no se pasaba de los gritos o los cantitos. A la vez, cada uno tenía también sus lugares preferidos. Los de la CNU iban todos los mediodías a la confitería del Hotel Argentino. También a una cervecería de unos holandeses, Old Dutch, en Belgrano y Mitre. Creo que era de los Hooft.”
Hijo de un nazi holandés refugiado en la Argentina, Pedro Hooft fue hecho juez por la dictadura, en 1976. Los familiares de los secuestrados en la Noche de las Corbatas, de 1977, lo acusaron de actuar por omisión o por complicidad directa con la privación de la libertad y el asesinato de las víctimas, todos ellos abogados.
Según Masid, los profesionales y los abogados eran la capa superior de la CNU. “Por un lado estaban ellos, con una posición social determinada y, por otro, los vagos, las bases, los más pobretones, los que no habían terminado el secundario o tenían algún antecedente penal por robo.”
Desde noviembre de 1973 su conocimiento de la CNU se hace más personal: forma pareja con Flipper.
A veces Flipper y sus amigos de la CNU se juntaban a discutir lo que leían. Cuenta Masid: “Hablaban de la aventura, de vivir peligrosamente. Declamaban. Leían a Nietzsche. También a Lartéguy. Estaban los centuriones, los pretorianos y los mercenarios. Los centuriones guerreaban por ideales. Los mercenarios, por dinero. Los pretorianos, por la guerra misma. Ellos se decían pretorianos. Criticaban a los que llamaban ‘los bolches’. Hacían comentarios antisemitas. Una vez se corrió la bolilla de que a una chica la había desvirgado un judío. Se la agarraron con el tipo. Primero porque se casaría con una novia desvirgada. Y además, porque había dejado de ser virgen por un judío. Para ellos era tremendo. Casarse con una mujer virgen era un orgullo. Muchos de los que tuvieron hijas les pusieron Celeste de nombre. Leían a Marechal y especulaban sobre las batallas celestes y las mujeres celestes”.
Masid no recuerda qué leían los CNU de Friedrich Nietzsche, el filósofo alemán que había muerto en 1900. En su última declaración en la Justicia escuchó un murmullo entre los imputados. “¿Leíamos Nietzsche? ¿Y qué era? ¿Así hablaba Zaratrustra?”
Ni el pobre Nietzsche ni, menos aún, el pobre Leopoldo Marechal de Megafón o la guerra, que murió en 1970 reivindicado por los cristianos de base tras haber agregado a su peronismo la defensa de la revolución cubana, podrían responder al misterio de qué interpretaban en ellos los miembros de la CNU. En cambio, es menos misterioso el cuadro de la Argentina en 1975. Muerto Juan Perón el 1ª de julio de 1974, el Estado intensificó la represión con fuerzas propias que actuaban como clandestinas. En Mar del Plata una de esas fuerzas fue la CNU, involucrada además en otra batalla terrenal: la disputa dentro de la Iglesia Católica contra los cristianos de base, el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo y los obispos que le dieran cobijo o, aun, que no les declarasen la guerra. Para la CNU, en Mar del Plata uno de los blancos era el obispo Eduardo Pironio.
Una base de los cruzados era la Universidad Provincial, donde el CNU Eduardo Cincotta, fallecido el año pasado en la cárcel como procesado, era entonces secretario general.
Pero en 1975 el asunto ya no era interrumpir una asamblea a tiros y matar al voleo. Hubo un día –una noche– en que la historia de Mar del Plata cambió y la patota dejó de confundirse con lecturas dispersas. El 20 de marzo fue asesinado Ernesto Piantoni, el Toby del relato de Masid, que seguía en pareja con Flipper y trabajaba en la Universidad Provincial. “Yo trabajaba, pero otros tenían contratos y no iban. Era ñoquis. Disponían de su tiempo para la CNU. Cuando me enteré de la muerte de Piantoni, por radio, a las 11 de la mañana, me puse muy mal. No sabía qué, pero sabía que un desastre pasaría.”
El desastre ocurrió en la madrugada del 21, luego del velatorio de Piantoni. La patota buscó en sus casas y mató a Enrique Elizagaray, Guillermo Videla, Jorge Enrique Videla, Jorge Lisandro Videla y Bernardo Goldemberg. Por uno (Piantoni), cinco de ellos. Cada uno fue acribillado con decenas de balazos, al estilo ostentoso de las masacres mafiosas.
Masid dice que los CNU hablaban sobre esa noche borrachos de Chivas Regal.
La patota no ocultó su identidad. Como protección, dos meses después el fiscal Demarchi ya pedía el sobreseimiento de la causa. Lo ayudaba el oficial segundo de tribunales Eduardo Ullúa, que renovaba su historia después de la condena por Filler.
Dice Masid que ella imaginaba la participación de Flipper pero que éste, además, se lo contó. Recuerda que por la muerte de Piantoni llegaron cuadros de la CNU de Buenos Aires y La Plata. Incluso Patricio Fernández Rivero, a quien los demás llamaban “El Patriarca” cuando aún no llegaba a los 30. Hoy tiene 64 años. Es el mismo que el último jueves fue detenido en Alta Gracia para ser investigado por crímenes de lesa humanidad a pedido del juez marplatense Rodolfo Pradas. También fue detenido, en La Plata, Mario Durquet.

Floristas

Al margen de la vendetta en la madrugada de marzo, en los meses siguientes la CNU redoblaría su letalidad ya como instrumento pleno del Estado.
Masid recuerda la muerte de Daniel Gasparri, un militante del FEN, Frente Estudiantil Nacional, que en ese momento era una organización de la llamada izquierda nacional dentro del peronismo. “Mataron a unos floristas que tenían el puesto a la vuelta de la Catedral. Según ellos, era una forma de vengarse de Pironio porque decían que protegía a los montoneros. También secuestraron y mataron a María Maggi, la decana de la Universidad Católica. Argumentaban los mismos motivos: venganza contra Pironio.” (Pironio terminaría hecho cardenal y con destino en el Vaticano. En su libro La mano izquierda de Dios, Horacio Verbitsky escribe que desde Roma Pironio transmitió a su viejo amigo Emilio Mignone que ante el secuestro de la hija de éste no podía hacer otra cosa que orar.)
Dice Masid que, en una de sus declaraciones, uno de los defensores de los ex CNU inculpados la increpó y le preguntó por qué había continuado la pareja con González. “Yo venía de pasar momentos muy bravos en la vida personal. Carlos me ayudó mucho a salir del pozo. Era alegre, solidario. Pero empezó a caer en ese abismo de las muertes. Al final andaba como desesperado. Decía que no podía vivir con tantas muertes en su conciencia.”
Flipper, que también usaba facas y podía dar puntazos en medio de una pelea, murió matando a los 25 años, en noviembre de ese mismo 1975. La CNU, según Masid, tenía dos relaciones sindicales. Una era el Sindicato Unido Petroleros del Estado. El otro, el Vitivinícola. El primero estaba controlado por Diego Ibáñez, años más tarde socio de Alfredo Yabrán y primer presidente del bloque peronista, con hegemonía de los dinosaurios, en 1983. El segundo, Foeva, estaba bajo el mando de Fernando “El Loquito” Catugno.
Flipper y otros miembros de la CNU viajaron a San Juan. Les encargaron el asesinato de Pablo Rojas, diputado nacional justicialista sanjuanino. Hicieron un trabajo de inteligencia previo y esperaron que fuese a cenar a lo de un amigo. Uno le desinfló una cubierta. A la una de la madrugada Rojas salió de cenar, fue hacia el auto y se agachó al ver la goma demasiado baja. Escuchó pasos y metió la mano en la cintura. Estaba armado. Se dio vuelta y le disparó a Flipper, que le disparó a él. Mientras Flipper caía muerto, otro miembro de la patota remató a Rojas.

Listas

El relato de Masid a Página/12 no sólo incluye santuarios sindicales, judiciales y universitarios para la CNU. Masid también menciona la dependencia de la patota y sus jefes respecto del Estado en la comisión de cada crimen. “Por lo menos una vez por semana se reunían en el GADA. Para eso se vestían mejor, con corbata. Y además de los hechos que cometían, hacían listas. Lo sé por experiencia propia. Tengo un cuñado desaparecido, Pablo Trejo Vallejos. Antes de morir, Carlos me dijo un día que estaban confeccionando listas y me recomendó que le avisara a Pablo. ‘Decile que se vaya’, me pidió. Yo avisé, pero nadie me creyó. Y en 1977 lo secuestraron y está desaparecido. Me acuerdo que una vez fue a mi casa, con Carlos en vida, un muchacho joven que trabajaba en la Clínica Colón, supongo que de camillero. Y Carlos me dijo: ‘Este está con nosotros, marcando gente’. Bueno, mi cuñado trabajaba en la Clínica Colón. Los de la CNU robaban coches para uso personal, para sus operativos y para la policía.”
El GADA es el Grupo de Artillería de Defensa Aérea 601 de Mar del Plata, eje de la masacre en Mar del Plata antes y después de la dictadura. Cincotta reportaba al GADA. Según documentación de la ya disuelta Dirección de Inteligencia de la Provincia de Buenos Aires, aportada a los juicios por la verdad y a los juicios penales posteriores por la Comisión Provincial por la Memoria, miembros del GADA usaban tarjetas de Demarchi como protección. Y Ullúa era su jefe.
Hay nombres que se repiten. Los imputados por el juzgado federal número tres de Mar del Plata son Gustavo Demarchi, Raúl Viglizzo, Juan Carlos Gómez, Eduardo Salvador Ullúa, Daniel Ullúa, Oscar Corres, Mario Durquet, Marcelo Arenaza, Beatriz Arenaza, Fernando Delgado, Nicolás Caffarello, Piero Asaro, Juan Carlos Asaro, José Luis Granel, Roberto Coronel, Roberto Justel, Ricardo Oliveros y Fernando Otero. En el plano penal los querellantes no les imputan haber sido parte de una organización fascista, que no es un delito de lesa humanidad, sino una rama del Estado terrorista que secuestró, torturó y mató.
En 1976 los directivos de la Universidad Provincial le pidieron a Masid que grabara clases. Esa tarea era parte del espionaje habitual de la dictadura. Renunció y empezó a temer por su seguridad. Antes de irse a vivir a España, de donde después regresó, dice que le allanaron dos veces la casa. “Solo me faltó una cosa: las fotos de los casamientos, donde aparecían todos. Fue lo único que se llevaron.”


El recorte de fondos como política del olvido

La Defensoría del Pueblo de la ciudad advierte que la ex ESMA, Orletti, Olimpo y otros sitios de la memoria sufren daños y peligro de derrumbe. Para el IEM, “el proceso de desfinanciamiento” paraliza las obras.

Por Werner Pertot
La ESMA, el Olimpo, el Atlético, Automotores Orletti y Virrey Cevallos son cinco nombres asociados al terrorismo de Estado. Los cinco ex centros de detención clandestinos (CCD), que guardan entre sus paredes el testimonio de la represión ilegal, dependen para su conservación del Instituto Espacio para la Memoria (IEM) que, a su vez, debe ser financiado por el Gobierno de la Ciudad. Un informe de la Defensoría del Pueblo porteña indica que los cinco sitios están en un estado que incluye, según el caso, desde grietas en los techos hasta el posible peligro de derrumbe. Para el IEM, el deterioro tiene una explicación: la asfixia presupuestaria que viene imponiendo año a año la gestión de Mauricio Macri. La oposición porteña impulsa una ley de emergencia edilicia y advierte que el PRO la quiere cajonear.
En 2009, el IEM –un ente autárquico que reúne a los distintos organismos de derechos humanos– tenía una partida para refacciones de 25 millones de pesos y el Ministerio de Hacienda porteño la restringió en 15 millones, lo que implicó una reducción del 38 por ciento. Para este año, la gestión PRO envió un presupuesto que preveía un millón y medio para arreglar los edificios, pero la Legislatura se lo aumentó a 6,3 millones. Sin embargo, en enero fue reducido por el Gobierno macrista en cinco millones. El truco suele ser habilitarles el dinero en los últimos días del año, para que no lo puedan utilizar.
Grietas de la memoria
La Legislatura recibió un informe de la Defensoría del Pueblo porteña, firmado por Alicia Pierini, en el que detalla uno por uno el grave estado en el que se encuentran los sitios de la memoria.
- Ex ESMA. Se trata del ex CCD emblemático del país que fue transferido a la ciudad en un acuerdo que firmaron Néstor Kirchner y Aníbal Ibarra en 2004. La Marina, comandada por el fallecido Emilio Massera, lo utilizó como campo de concentración entre 1976 y 1983, y se calcula que pasaron aproximadamente cinco mil personas por allí.
Según el informe de la Defensoría, en el Casino de Oficiales “es imprescindible comenzar con las reparaciones, ya que debajo de las cubiertas se encuentran los principales sitios de tortura y reclusión: Capucha, El Pañol, Capuchita”. “Las tejas de todo el predio han sufrido un daño general a causa de los granizos”, indica el informe. El Pabellón COI y la enfermería “lamentablemente se encuentran en mal estado de conservación. La enfermería presenta graves deterioros en la cubierta, cielorrasos derruidos y está desmantelada en su totalidad. Sólo por las señalética y algún equipamiento en desuso se puede adivinar su antiguo funcionamiento”. También el taller de automotores y el edificio de la imprenta “se encuentran en estado de avanzado deterioro, sin acciones de conservación”.
- Garage Olimpo. Originalmente una estación de tranvías, funcionó durante seis meses como CCD del Ejército, entre agosto de 1978 y enero de 1979. Dependía de Guillermo Suárez Mason y pasaron por allí unos 700 detenidos-desaparecidos.
El edificio está “en un estado avanzado de deterioro, presentando grietas y fisuras”. “Los riesgos emergentes están en la cubierta, que por su data (principios del siglo XX) debiera ser reemplazada íntegramente y, considerando que por debajo de la misma se encuentra ‘El Pozo’, como se denomina al lugar donde se alojaban las celdas y se encuentra la mayor cantidad de testimonios, es de carácter urgente implementar estas acciones”, advierte la Defensoría. “El sistema de desagüe pluvial se encuentra en muy malas condiciones”, describe. También señala que hay una “escalera de madera que por su mal estado no permite subir en forma segura al público” que visita el ex CCD.
- Automotores Orletti. Fue el CCD de coordinación del Plan Cóndor, como se llamó al acuerdo recíproco entre las dictaduras para perseguir e intercambiar secuestrados. Dependía de la SIDE.
El edificio “presenta serios problemas en la cubierta de chapas que, por su antigüedad y falta de mantenimiento, permite el paso del agua, causando daños en el sector más sensible de este ex CCD”. “La cubierta, los desagües y las canaletas están en pésimo estado. Las claraboyas sobre el taller mecánico también deberán ser intervenidas y detener el deterioro que producen las filtraciones”, recomienda.
- Virrey Cevallos. Fue un CCD de la Fuerza Aérea, uno de los pocos de los que existen sobrevivientes. La Legislatura lo declaró sitio histórico para preservarlo, algo que no está ocurriendo según la Defensoría: “Se deberán adoptar medidas de forma urgente para impedir que el deterioro del inmueble siga avanzado. No se trata de ‘restauración arquitectónica’, ni de ‘embellecimiento edilicio’, sino de ser coherente con el objetivo fundamental de estos espacios de conservación patrimonial del testimonio, destinados a conservar la verdad histórica”, remarca la Defensoría sobre el lugar donde funcionó un CCD de la Fuerza Aérea. “El estado del edificio es de alto riesgo desde el punto de vista estructural, con gran deterioro de la estructura (...). Se encuentra en grave estado y apuntalada”, advierte. “No se hicieron cateos estructurales para determinar el riesgo de derrumbe, pero el estado de deterioro por corrosión de los perfiles permite suponer que sin el apuntalamiento de la estructura sería imposible habitar el lugar.”
Asfixia
En respuesta a un pedido de informes de la legisladora Rocío Sánchez Andía (Coalición Cívica), el IEM detalló que “durante el primer trimestre de 2009, el Ministerio de Hacienda modificó el crédito vigente, que pasó de 17 millones a 10 millones, eliminando siete millones sancionados por la Legislatura para obras en la ex ESMA. Estos 10 millones fueron restringidos en su totalidad”. Este año, las cosas no mejoraron: en su proyecto de presupuesto para 2010, la gestión PRO envió 1.419.900 para obras en los ex CCD. La Legislatura lo aumentó a 6.525.000 pesos.
Sin embargo, en septiembre, el IEM informó que Hacienda había restringido ese presupuesto a comienzos del año: “La partida está restringida desde el mes de enero por la suma de cinco millones. En consecuencia, el importe disponible es de 260 mil pesos para cada sitio”, indicó la directora del IEM, Ana María Careaga. “Las restricciones presupuestarias y el proceso de desfinanciamiento de las obras en los sitios de memoria han ocasionado la paralización de las obras en trámite y han imposibilitado iniciar nuevas obras que ya cuentan con los pliegos elaborados por este Instituto”, destacó.
El IEM envió un informe con las refacciones necesarias que quedaron paralizadas en cada ex CCD:
- Ex ESMA. La restauración de cubierta en el Casino de Oficiales, la enfermería, el pabellón COI y en el emblemático edificio de las cuatro columnas. “La obra es fundamental para poder garantizar el uso del edificio”, advierte. En todos los casos, el IEM elaboró el pliego de licitación, pero no estaba el dinero disponible para poder ponerla en marcha.
- Atlético. Formó un circuito junto con los CCDs Banco y Olimpo, adonde se trasladaron los mismos represores, parte de los detenidos e incluso el mobiliario de los campos. El edificio fue demolido por la dictadura a fines de 1977 y sobre él se construyó la autopista. Antes de la gestión de Macri, el gobierno porteño hizo una excavación en la que se encontraron los restos del sótano.
Una serie de obras de arquitectura está paralizada por la falta de liberación de los fondos, pero la obra más importante es de submuración, es decir, la implantación de una estructura independiente de contención. “El Ministerio de Hacienda eliminó el crédito en 2009 y lo restableció después de numerosos reclamos y denuncias”, advirtió el IEM. Por esto, la gestión PRO debió responder a un pedido de informes del juez federal Daniel Rafecas. Sostuvieron que “en el marco financiero vigente debieron adoptarse criterios restrictivos en materia de ejecución presupuestaria”.
- Virrey Cevallos. El IEM no pudo licitar, por el ahogo presupuestario, la reparación de la estructura y las cubiertas. Con respecto a la restauración de la fachada, Hacienda rechazó la licitación y les planteó que “en el marco de la restricción financiera vigente, ese Instituto proceda, respecto de la obra, de acuerdo con las disponibilidades crediticias con las que cuenta”. En la ejecución presupuestaria del 30 de septiembre de 2010 que envía Hacienda a los legisladores, aparece con un crédito vigente de cero: cero peso disponible para obras en los ex centros clandestinos.

1 comentario:

el Tomi dijo...

Que tengas el mejor de los años, Titi.