miércoles, 4 de febrero de 2009

Recordando al Caño

Un velero enorme adentro de una lámpara (retrato de Cañete) y La muerte del principito/un acrílico sobre lienzo y un pastel de el Tomi que para mi hablan de la vida y de la muerte del Caño.

Hoy leyendo estás cuestiones en relación a la función del educador me he acordado mucho de Cañete por eso republico está nota que ya colgué en el blog. El Caño, como tantos pibes con los que he convivido en mi casa, no paso por mi vida, quedó instalado en ella. A está altura tengo pocas convicciones pero hay una que persiste en mi cabeza y es la de que lo legal y lo legítimo casi nunca, por no decir nunca, van de la mano. La vida de Cañete y de tantos otros da cuenta de ello y a mi me gustan más los que caminan por la vereda de lo legítimo que los que caminan por la vereda de lo legal y el sin duda era uno de ellos. Hace un tiempo un compañero al que quiero, respeto y admiro, me contó que un grupo de cine independiente en Rosario (mi ciudad natal) habían filmado una especie de documental sobre la vida del Caño y Martínez (así se llama el cumpa) me escribía al respecto:“...El documental no estaba mal Negra, pero faltaba tu mirada de Cañete que estoy seguro que más allá de que no hubiera obviado las circunstancias sociopolíticas en que se desarrollo su corta vida, fundamentalmente estaría sustentada en el afecto, en el amor”.... Y es verdad si yo hubiera hablado del Caño lo hubiera echo desde el corazón de mi corazón, parafraseando a Hamblet. La ilustración que es de el Tomi capta con una sensibilidad exquisita esa condición de hombre/niño de mi querido Cañete. Mariana Hernández Larguía

Cañete: Un velero enorme adentro de una lámpara

Corazón de frutilla entre las rejas, ayer apareció colgado en una cárcel de Coronda.Salía en libertad. De Pérez lo llevaron a la jefatura y no tenía para ir a su casa. Le pidió a un guardia que me llamara para que lo fuera a buscar.Salvador lo esperó en el portón y el apareció con un velero enorme adentro de una lámpara. No sé de donde había sacado aquella lámpara tan grande. Una lámpara gigante pero que apenas podía contener aquel enorme velero.El corazón de Cañete era un velero enorme adentro de una lámpara. -Esto es para Mariana-, le dijo a Salvador y le dio su corazón, sin mediar mas palabras, para que me lo regalara.Cañete era un pibe que se conocía Tribunales de punta a punta. Se metía a las asistentes sociales y a las secretarias de cada juzgado en los bolsillos. Hasta le daban plata. Él les enseñaba a los otros pibes cómo declarar ante un juez, como comportarse, con quien y donde nunca había que mandarse una cagada. Corazón de frutilla entre las rejas, ayer apareció colgado en una cárcel de Coronda.Una vez, cuando era muy chico, se fugó de una comisaría de menores. Allí también había chicas y la custodia, por entonces, era femenina. -Me salté de un balcón al mástil de la bandera que había en el patio...- me contó después -...me deslicé, llegué al piso y salí rajando...- prosiguió -...no estaba tan mal ahí y, encima, había chicas-. Entonces le pregunté intrigada, -¿Y si no estabas tan mal ahí porqué te escapaste, Caño?-. Con absoluta sencillez me dio una respuesta tan brillante como sus ojos. -Tampoco la pasión por las rejas, doña-.Una noche lo agarraron y lo llevaron a la sexta. Fuimos a buscarlo y el comisario nos contó que entró gritando sus derechos, como todos, y como a todos se los dejó gritar para que se canse y se duerma. Craso error, Cañete no era como todos y, en cuanto a sus derechos, era capaz de gritarlos toda la vida, poco le costaría, como es de suponer, gritarlos solo una noche. Así lo hizo y la comisaría entera no durmió escuchando los derechos de Cañete hasta el amanecer, sin parar.Otra vez íbamos en el auto enfrascados en esas largas conversaciones que solíamos tener. Trataba de explicarle porqué para mi la salida no era individual sino colectiva. Le contaba como los obreros se unían y luchaban por sus derechos, por su dignidad, que si echaban a uno del trabajo reaccionaban todos como si fueran ese y se peleaban para que lo reincorporen y lo importante que era sentirse parte de algo. Le contaba que mucha gente había padecido las mismas cosas jodidas que le habían tocado padecer a él en su vida pero que, sin embargo, no robaban. -Encima chorear es el acto mas individualista porque, en general, le robás a uno que se rompió el lomo trabajando para juntar unos pocos mangos...- le dije y rematé -...y vos vas y te cagás en todo eso y le robás pensando en vos solo. Cuando le terminé de decir esto iba con la vista clavada en el camino, meditativo, ensimismado, y entonces, todavía reflexionando me apoyó una mano en el brazo y me preguntó -¿Doña, usted lo que me está proponiendo es que choree pero que después lo reparta?.
Otra vuelta llegué a mi casa y encontré una bolsa de residuos de consorcio llena de ropa (triste paradoja si las hay). Pensé que alguien la había traído para que la reparta entre los pibes. Pero no, al día siguiente llegó Cañete y me dijo- Doña...¿encontró mi ropa?- Y se explicó- Necesito que me haga un lugarcito para poder guardarla y poder venir a bañarme. Así fue y, por un buen tiempo tuvo sus pilchas acondicionadas, venía, se bañaba y se cambiaba. Compartíamos unos mates, algo para matar el hambre, lo que fuera. Lo que fuera que nos alejara de aquella triste paradoja , si las hay. Otra vez, en medio del quilombo de un motín que estalló en una comisaría donde estaba preso Caño pidió hablar con el juez de menores. Una vez que estuvo enfrente del funcionario, serenamente, le explicó, -Mire, el penal da justito enfrente del baño de la comisaría y hay una milica que después de bañarse sale en toalla, tira plumas y los monos que están todo el día encerrados se ponen como locos- y entonces planteó su reclamo -Si usted nos consiguiera una pelota de fútbol y nos dejara armar un picadito como para que podamos descargar un poco de energía, las cosas podrían andar mucho mejor-.A Cañete lo conocí en otro motín, creo que en la sexta. La tarde era de verano, de esas en que mover el cuerpo exige un doble esfuerzo físico y mental. Llegué a la comisaría, como siempre estaba llena de menores tutelados por la justicia tal y como la justicia tutela a los menores, jaulas pestilentes, olores nauseabundos, espacios asfixiantes. Los chicos habían prendido fuego a los colchones. Incendiar colchones es la forma mas cercana de pedirle a la pesadilla de la muerte por el sueño de la vida, incendiar colchones es un metafórico desafío que quiere decir, no vamos a descansar hasta que nos den un poquito de dignidad, no vamos a dormir hasta que nos escuchen, hasta que nos tengan en cuenta. Incendiar colchones es exigirse estar despiertos, existir a pesar de que todo les niega la existencia.El caos era indescriptible. Mangueras y chorros de agua en medio de la negra densidad del humo. La policía no se dio cuenta de mi llegada y terminé adentro del penal, tan adentro como me quedaron grabadas aquellas imágenes. Los gritos. Los olores y los ojitos de los pibes, cuerpos de hombrecitos empapados por el agua que, textualmente, les escupían las mangueras. Los pelos chamuscados y el perfume del pánico, un perfume que tardó días en abandonarme la nariz. Y en medio de ese infierno apareció Cañete, sorprendente, gobernando su terror y tranquilizando a los demás chicos para ponerlos a salvo tanto del fuego como de los garrotazos de la guardia de infantería. Era una aparición, su cuerpo esmirriado, sus pelos chuzos, su mirada abismal. Una mirada que se cruzó con la mía, me atrapó y pasó lo que a veces pasa, que la vida del otro se une a la tuya en un pacto silencioso, vaya uno a saber porqué cosa loca o quizás sabiéndola.Corazón de frutilla entre las rejas, ayer apareció colgado en una cárcel de Coronda. Dice el servicio penitenciario que se suicidó, y al servicio penitenciario nadie le creyó, nadie le cree y nadie le va a creer nunca porque Caño, que se crió a fuerza de calle y flaqueza de miserias, amaba la vida, esa misma vida que apenas unas horas antes había pedido que le resguarden haciendo una petición en un juzgado. Tenía veinte años. A los ocho vio un juez por primera vez. Corazón de frutilla entre las rejas, ayer apareció colgado en una cárcel de Coronda.

5 comentarios:

viruta dijo...

no hay palabra que deje aquí que no enturbie la claridad del texto y por sobre todo la pegada.

me llegás legendaria.

ojalá alcanzara, aunque más no sea, la suela de tus zapatos.

Mariana Hernández dijo...

Viruta:
A mi tambien me gustaría escribir para hincarle el diente al cielo y tragármelo entero, ya somos dos por lo del cielo y por lo de la suela.
Fred & Rita un regalo de los dioses. Seguramnete Boedo nos juntará en alguna de sus calles.

Oscar Grillo dijo...

Carisssssima Mariana. Aun te debo respuesta al glorioso comentario que me hiciste el otro dia. Lo postergo por modestia y lo agradezco de puro orgullo. Ya vamos a vernos (Pronto espero) alli por Barcelona, que a pesar de Woody Allen me sigue gustando mucho.
Hoy salio esta magnifica nota de Naomi Klein (Hija de un animador de Betty Boop y Popeye!) que cuenta como los argentinos sentaron un ejemplo a seguir con el slogan de "Que se vayan todos!":
http://www.guardian.co.uk/commentisfree/2009/feb/06/global-recession-backlash

Mariana Hernández dijo...

Lástima que después no se fue ninguno, pero en nuestro país las luchas siguen y eso es lo que cuenta. Antes de venirnos con Tomi un día hicimos una especie de gira por las fabricas tomadas en el gran Buenos Aires cuyo objetivo, amén del intercambio entre movimientos sociales, era conocer de primera mano esa riquísima experiencia y ver de hacer un intercambio para que algunas de las empresas tomadas que se dedicaban a la imprenta nos imprimieran “El Ángel De Lata“. Siempre nos acordamos de aquel nublado y ajetreado día, fue muy fuerte, participamos de reuniones en enormes despachos con sus paredes cubiertas de exquisita bouserie en medio de una penumbra que llamaba a la conspiración, despachos estos que hasta hacía poco eran el lugar de oscuros contubernios de parte de los dueños del mundo y que, casi en un parpadeo se convirtieron en lugares donde los obreros y la gente con ganas de que las cosas sean un poco más justa se reunían y, cabecitas juntas, apelaban a la creatividad y a la convicción de que hay cosas que son posibles. Las tomas de fábricas fueron una de las experiencias más potentes que se han dado en los últimos años en los movimientos sociales, para mi al menos, comparable a la experiencia del Movimiento de los Sin Tierra en Brasil, por su audacia, su creatividad y, fundamentalmente, por su efectividad. Estando ya en Barcelona fuimos a ver la película y posterior debate de “La Toma” con la presencia de Naomi Klein que, a pesar de ser una niña o por eso mismo, es una mujer muy interesante (¿habrá influído en los ánimos revoltosos de Naomi la condición de animador de su padre?). Parafraseando a un admirador del Tomi, abrazo de gol.

Oscar Grillo dijo...

Magnifico texto te has escrito, Mariana! Que prosa!! Sin querer hacerme el chistos de diez guita te dire que me vinieron a la mente esos versos del inmortal "Marvil":

Asi se baila el tango,
mientras dibujo el ocho,
para estos filigranas,
yo soy como un pintor.
Ahora una corrida,
una vuelta, una sentada.
Asi se baila el tango,
un tango de mi flor.

Ponele que hubiese dicho:

"Asi se escribe algo,
si me contas tu vida,
para esas filigranas,
vos sos como un pintor."

Imaginatelo cantado por Alberto Castillo!

Un abrazisimo