miércoles, 8 de octubre de 2008

Los rompepelotas


En el fútbol de la vida (y desde mucho antes del fútbol de las canchas) también existe el fairplay, y es ahí donde uno no se puede explicar como rebrotan de entre la verde gramilla los rompepelotas energúmenos de turno yendo con los tapones de punta contra las tibias sin canillera, cómo no actúa el árbitro sacando la tarjeta roja de la vergüenza deportiva ni cómo no se expulsa la imbecilidad de estos pusilánimes al mas remoto de los vestuarios del infierno.
Señores jueces de línea del alma, levanten los banderines y cobren de una vez y para siempre el eterno off side de los violentos. Los rompepelotas son peligrosísimos y en el área cada vez mas chica del hambre está re fácil que te hagan el penal de la muerte. Y encima no lo cobren. Mariana Hernández Larguía.


Golpes y amenazas a integrantes del movimiento Chicos del Pueblo y Pelota de Trapo

Por Pedro Lipcovich

Grupos de tareas: comandos de seis a ocho personas, entrenados y organizados, irrumpen en locales de organizaciones civiles, secuestran militantes, los golpean, los amenazan, incluso a menores de edad; circulan en camionetas, vigilan, intimidan, usan capuchas. Actúan una, dos, tres veces, con impunidad. Estas acciones no toman mucha difusión; no son muchos los que pueden o quieren creer que esto esté pasando, y menos aún que pueda haber implicación de organismos del Estado. El relato parece surgido de un siniestro túnel del tiempo, pero los hechos sucedieron en los últimos meses, son investigados por una fiscalía de Avellaneda y han suscitado la atención directa del ministro de Justicia de la Nación. Las últimas denuncias provienen del Hogar de Niños y Adolescentes Juan XXIII, de la orden de Don Orione: el viernes pasado, un educador fue secuestrado y golpeado durante 40 minutos; poco antes, un chico de 15 años, del mismo hogar, fue amenazado, y en julio un chico de 16 había sido secuestrado e intimidado. En abril, un grupo comando de ocho personas con armas cortas y handies había copado una imprenta de la Fundación Pelota de Trapo. El Hogar y la Fundación participan en la campaña “El hambre es un crimen”, que denuncia la vigencia de la desnutrición infantil en la Argentina. “El mensaje que les daban los secuestradores a sus víctimas era: que terminen con esa campaña”, precisó una fuente judicial. El último episodio tuvo lugar el viernes pasado, cuando una maestra del Juan XXIII fue seguida y amenazada desde un auto.
“Usted no se imagina la culpa que sentía ese joven, por no haber avisado antes”, contó el hermano Ramón Correa, subdirector del Hogar Juan XXIII, de la Obra de Don Orione. La culpa –esa típica culpa que afecta a las víctimas– la padecía un chico de 15 años: “El miércoles 24 de septiembre, cuando él llegaba al Hogar, había una camioneta estacionada, con cinco hombres, y uno de ellos le hizo un gesto como diciendo ‘Ojito..., tené cuidado’. El chico pudo contarlo después de que desde esa misma camioneta, o desde una igual, el viernes 26 secuestraron a nuestro educador”.
Fue a las ocho de la noche. El educador del Juan XXIII, de 23 años, fue interpelado por su nombre: “Cuando iba para el hogar, vi una camioneta que ya habíamos visto por el barrio. Salió un tipo, me llamó por mi nombre y me pegó una piña”, cuenta el joven, que, por razones familiares, prefiere no hacer público su nombre. Le ligaron las manos con un precinto y lo arrastraron a la camioneta. “Me hicieron subir atrás, entremedio de dos; me empezaron a pegar, me decían que nos dejemos de joder con la campaña. ‘Vos sos un pendejo, mirá en lo que te estás metiendo, sos un pelotudo’. Yo, con los nervios, empecé a discutir. Y más me pegaron, y yo dije algo fuerte, no sé, y el que estaba adelante sacó un arma de la guantera y me la puso en la cabeza y me dijo: ‘Tenemos todo el campo para dejarte tirado’.” Cuarenta minutos duró hasta que lo abandonaron cerca de Gerli. “Yo estaba atado todavía y uno dijo ‘Cortale el precinto’. Me lastimaron la mano al cortarlo. Ya me sangraba la boca, también.”
El padre Luis Espósito, director del Hogar Juan XXIII, observa que “el hecho de que conozcan datos como el nombre del educador, y otros, hace pensar que han hecho un trabajo de inteligencia, y hasta sentimos que pueden haber interceptado nuestros teléfonos”.
El anterior secuestro en esta serie había sido el 24 de julio. La víctima fue un chico de 16 años del Hogar Juan XXIII: “Fue a las seis y media de la mañana –cuenta Espósito–; él salía del Hogar para ir a su trabajo. A tres cuadras lo interceptó un vehículo con cuatro personas; tres estaban encapuchadas. Uno se bajó del auto y lo metió adentro. Anduvieron una media hora. ‘Deciles que se dejen de hacer pelotudeces, porque si no les vamos a quemar la imprenta y la panadería’, le dijeron. Después lo dejaron en la estación Remedios de Escalada, muerto de miedo. A él no lo golpearon”.
La imprenta y la panadería pertenecen en realidad a la Fundación Pelota de Trapo, que, como el Hogar Juan XXIII, participa en el Movimiento Nacional de los Chicos del Pueblo. En la imprenta se registró el primero de estos actos de intimidación. Gustavo Arnaiz, abogado de la Fundación, lo recuerda así: “Yo venía de Tribunales. Cuando entro, me aborda un sujeto muy alto, a cara descubierta. Tenía un handy, igual que todos los demás; eran unos ocho tipos, todos con pelo corto; todos con armas iguales, pistolas Browning; todos llevaban la misma ropa, camisas de trabajo nuevas; todos obedecían a uno solo. Me palparon de armas pero no me ‘bolsillearon’, como suelen hacer los ladrones para robar lo que uno tenga; no venían a robar, aunque, de paso, robaron unos mil pesos que había en la caja. Iban reduciendo a las personas, las hacían sentarse en el piso y tomaban distancia, con sus armas; recorrían todo pero sin tocar nada, no querían dejar rastros. Eran callados, obedientes, respetuosos. Eran un comando calificado”.
Aquella vez “no dijeron nada, no pidieron nada –prosigue Arnaiz–. Después, tres oficiales de la comisaría 2ª de Avellaneda nos recomendaron que no hiciéramos la denuncia: decían que seguramente había un entregador adentro y que, si teníamos chicos judicializados, podíamos tener problemas. Yo contesté que con nuestros chicos no tenemos ningún problema pero insistían. Hice la denuncia igual”.
Espósito, el director del Juan XXIII, se pregunta “a quién le puede molestar tanto que digamos que, en la Argentina, un montón de pibes se mueren por hambre; además de esta campaña, no tenemos ninguna actividad externa a la vida del Hogar”. Alberto Morlachetti, titular de Pelota de Trapo y coordinador nacional del Movimiento Chicos del Pueblo, observa que “Don Orione y Pelota de Trapo dan alimento, cuidado y atención médica a muchos chicos de la zona: son respetadas y queridas, no hay conflictos locales”. En la reflexión del abogado Arnaiz, hablar del hambre de los chicos “puede molestar al Poder: mientras algunos funcionarios andan por Europa diciendo que podemos producir alimentos para 500 millones, acá no se puede resolver la malnutrición de millones de chicos”.
El jueves, Aníbal Fernández, ministro de Justicia de la Nación, recibió a Alberto Morlachetti: “El ministro admitió que lo sucedido es muy grave y dijo que ponía las cuatro fuerzas de seguridad a disposición del fiscal –contó el titular de Pelota de Trapo–: si es así, debería ser fácil resolver esto”. Una fuente judicial vinculada con el caso consideró “positiva la disposición manifestada por el ministro”.
Pero el viernes pasado, un día después de la entrevista con Aníbal Fernández, una maestra del Juan XXIII fue amenazada: “Esta vez no fue cerca del hogar: la habían seguido –advirtió Espósito–. Era un auto con dos personas: se le acercaron como si fueran a preguntarle por una calle y le mostraron uno de los afiches de nuestra campaña: ‘Tengan cuidado. Siguen los pibes’, le dijeron”. “Ese es nuestro miedo –explica Morlachetti–: que le pase algo a alguno de los pibes, en alguna esquina; que después digan que fue un intento de robo...”
Por Pedro Lipcovich
La investigación por los atentados contra el Movimiento Nacional de los Chicos del Pueblo se desarrolla en la Fiscalía Nº 4 de Avellaneda, a cargo de Guillermo Castro, quien reunió todos los hechos en una sola causa. “El fiscal admite que, entre los secuestros y amenazas en el Hogar Juan XXIII y el copamiento de la imprenta de Pelota de Trapo, el nexo reconocible es la vinculación con la campaña ‘El hambre es un crimen’”, explicó a este diario una fuente judicial.
Según la fuente, “la fiscalía admite que los perpetradores contaban con inteligencia previa sobre los lugares y personas sobre los que operaron, aunque no considera probado que hayan interceptado teléfonos”.
“Se están haciendo diligencias de investigación a largo plazo –contó la fuente–: el fiscal solicitó a las empresas de telefonía celular que le suministraran el detalle de todas las comunicaciones en los minutos previos al secuestro del educador de Don Orione (ver nota principal). Si aparecen llamadas de algún policía, se puede investigar qué hacía en ese lugar...”
–¿La investigación apunta específicamente a la policía? –preguntó PáginaI12.
–No hay hasta ahora ningún policía imputado –contestó la fuente–: hay que investigar. Si se determina que las llamadas las hizo un veterinario, habrá que investigar al veterinario...
Por Pedro Lipcovich
El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos pidió informes al gobierno argentino sobre los atentados y amenazas al Movimiento Nacional de los Chicos del Pueblo. Esta oficina de la ONU, con sede en Ginebra, está actualmente a cargo de Navi Pillay. En la respuesta al pedido trabajan la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación y la Procuración General de la Suprema Corte de la provincia de Buenos Aires. El procedimiento es confidencial hasta tanto el Alto Comisionado da a conocer su dictamen, de aceptación o rechazo, al descargo que produzca el Gobierno.
Laura Taffetani, militante del Movimiento, señaló que “el copamiento de la imprenta de Pelota de Trapo (ver nota principal)– se produjo una semana después de que se lanzó la campaña ‘El hambre es un crimen’ en la iglesia de Santa Cruz; el secuestro al adolescente de Don Orione fue seis días después de nuestro acto en Mar del Plata. Ahora estamos preparando un acto en Santa Fe, para el 30 de octubre. Mucha gente piensa que la desnutrición y malnutrición infantiles sólo se presentan en algunos lugares del país, pero la mortalidad y la mutilación intelectual que conllevan están muy extendidas, las autoridades sanitarias de la provincia de Buenos Aires lo han admitido”.

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