El caso de la gorila que vive aferrada a su cría muerta ha reavivado el debate sobre la capacidad animal de sentir. ¿Tienen los animales sentimientos?.
Esther Paniagua
En el zoo de Münster (Alemania) vive Gana, una gorila que ha pasado varios días sin desprenderse del cuerpo sin vida de su bebé. Esta aparente muestra de sentimiento animal, y las impresionantes imágenes que muestran a la desesperada madre tratando de reanimar a su cría, han llamado la atención de medios de comunicación de todo el mundo y han desempolvado la vieja discusión sobre si los animales se emocionan como los seres humanos.
En el caso de Gana, además, los expertos creen que ella misma podría haber provocado la muerte de su cría, algo que no podrán confirmar hasta que la madre se separe del bebé y puedan hacerle la autopsia.
Lo que no dudan en el zoo alemán es que estos animales tienen y muestran sus sentimientos. “Lo expresan en su rostro con un gesto parecido al nuestro”, afirma uno de los biólogos que cuidan a Gana.
“Puede que llamarlo tristeza sea una manera de humanizarles, pero sólo así podemos entender su comportamiento ante la ausencia de una prueba empírica”, asegura el experto.
Conscientes de la muerte
El veterinario Gonzalo Fernández –director técnico de la empresa que gestiona del Biopark de Valencia y el zoo de Fuengirola– lo tiene claro: los grandes simios no sólo tienen sentimientos sino que son perfectamente conscientes de la vida y la muerte. “Los homínidos [gorilas, orangutanes y chimpancés] sienten un afecto por sus crías más allá de lo hormonal y un cariño humano por sus compañeros de manada”, señala Fernández.
El veterinario, que lleva 20 años trabajando con estos animales, explica que lo ocurrido en Münster es bastante frecuente. “Su comportamiento cambia al fallecer uno de ellos, y eso significa que entienden la muerte”, asegura. El biólogo cree que otros animales, como perros y gatos, también sienten la muerte de sus crías, pero las emociones de los homínidos se acercan más a las humanas. “Los procesos son más complejos cuanto mayor es la inteligencia”, añade el experto. Así lo cree también Enrique Sáez, biólogo y veterinario del Zoo Aquarium de Madrid. Para él, la reacción de muchos animales ante la muerte de sus crías (dejar de comer, cargar con ellas o aislarse de la manada) implica que sienten su pérdida. “Y, probablemente, ese sentimiento sea muy parecido al nuestro”, afirma. “Pero sería un grave error juzgar como acto de maldad que una gorila mate a su cría, porque no podemos extrapolar conceptos morales a la conducta animal”, sentencia.
Además, Gonzalo Fernández explica que es bastante posible que Gana haya causado la muerte de su cría si desde pequeña no ha aprendido a criarla. “Cuidar de los hijos no es instintivo, se aprende de los padres”, comenta Fernández. Si los progenitores de Gana fueron capturados antes de conocer el proceso de cría, ella no sabría hacerlo y podría rechazar a su bebé.
También sienten empatía
Alegrarse por la suerte de otros, además, es algo que no sólo les ocurre a los humanos: también sucede entre primates. Así lo revela un estudio de investigadores del Centro de Investigación en Primates Yerkes de la Universidad de Emory (EEUU), que muestra cómo a los monos capuchinos les satisface observar la felicidad de sus compañeros cuando éstos reciben comida. Un comportamiento pro-social basado, según los investigadores, en la empatía.
Este trabajo, publicado en la revista PNAS, es por tanto uno más de los descubrimientos que muestran que, como asegura Gonzalo Fernández, “los animales son mucho más complejos de lo que creemos”.
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