Un hombre que decidió poner fin a una dura historia.
Tenía pedido de captura de Interpol para que vuelva a Argentina a declarar en la causa Feced. Su esposa fue detenida en un banco y él se tiró de un puente en el norte de Italia cuando la policía lo tenía cercado.
Por José Maggi
José Baravalle, el Pollo, tenía 55 años, fue militante de la organización Montoneros y tras ser secuestrado a mediados de 1976, luego de cinco días de brutal tortura, se quebró y pasó a formar parte de la Patota de Feced. Junto a Graciela Porta su compañera, formaron una de las parejas más condenadas por sus propios compañeros de militancia: No sólo la delación formó parte de su vida diaria, con el tiempo también participó de torturas, y de otros vejámenes a mujeres detenidas, según las graves denuncias en su contra. Estaba siendo buscado por la justicia federal que había librado una orden a Interpol que ubicó al matrimonio el último lunes en Biella un pueblo del norte de Italia, cuando la "Corcho" Porta fue a hacer un trámite bancario. El "Pollo" no resistió el cerco policial, y se tiró de un puente. "No quiero repetir ese infierno", le escribió a sus familiares en una carta antes de matarse. Desde Rosario algunos de sus viejos compañeros de militancia le reprochan haberse llevado a la tumba el destino de muchos de los que pasaron por el Servicio de Informaciones de la ex Jefatura.
La última semana el cerco sobre la pareja formada por el Pollo y la Corcho se cerró: Ella fue a un concretar un trámite bancario con su pasaporte argentino y saltó en los registros un pedido de captura internacional. De inmediato fue detenida. Baravalle supo entonces que tenía las horas contadas para ser extraditado, y concretó su destino: Fue al puente de Chiavazza y se arrojó al vacío. Desde el Colectivo de ex presos políticos Hugo Papalardo lo recuerda: "El Pollo era medio lumpen, faltaba a los controles, llegaba tarde, pero le siguieron dando responsabilidades por su apellido. Lo recuerdo como un pibe que militaba con alegría, aunque era un poco irresponsable". Y agrega que también "conocí a su señora Graciela Porta, en el año 75 en Medicina, donde venía porque era la compañera de Santiago 'Guito' Wherle, con quien tuvo un hijo Andrés, que crió el Pollo. La Corcho fue la que me apuntó para que me buscaran, y estaba en el auto con el que me fue a buscar el Cura Marcote, a mi trabajo en Maipú y San Luis. Con ella estuvimos seis meses en el sótano de El Pozo, de San Lorenzo y Dorrego, donde estaba con su hijo que era muy chiquito, no se si tenía dos años".
En este sentido Papalardo explica que "no es cómo los juzgamos a la Corcho y al Pollo, sino tratar de entender en qué proceso político social y en que proceso de fractura moral se dan esos casos, porque no son todos iguales. Para mí ellos dos son casos distintos a los de Victoria (Nilda Folch) y el Caddy Chomicky. Lo que puedo decir que gente como Baravalle y como Porta, han pasado por una tortura previa: no fueron a las puerta de la Jefatura a ofrecerse para torturar a sus compañeros. Esto no intenta justificar lo que hicieron después, sino que intenta que quienes los juzgan intenten comprender los tiempos en que ocurrió. La tortura durante un solo día, nos transforma en un animalito, en alguien que responde con su espíritu de supervivencia. Los que hemos pasado por algo menos grave que esto, en esos momentos cuando somos llevados al límite de la condición humana, sabemos que surge de nuestro interior lo mejor y lo peor que tenemos. La razón ya no existe, y respondemos con nuestro espíritu primario. Cuando el Pollo decidió después de todo eso colaborar con los militares ya no era el Pollo. Al Pollo que yo conocí lo mataron, al igual que la Corcho ya no fueron las personas que yo conocí". Según Papalardo "el Pollo decidió ser una especie de Dios: eligió a quien salvar y a quien entregar. Un día bajó con un balde lleno de sangre, y el dijo a un compañeros 'mirá lo que me hacen hacer'".
Pasados los años en 1979 Baravalle declaró en un juicio sumario que Montoneros le hizo en España. En esa entrevista describió con una frase su accionar: "No canté más porque era al pedo, y no canté menos porque me mataban". "Le jodí la vida a mucha gente, pero no a tantos como hubiese podido". Esas declaraciones grabadas en algunos cassettes, fueron llevadas al Museo que la organización tenía en Cuba y habrían desaparecido bajos las aguas en una inundación que afectó el inmueble.
En esa charla Baravalle se habría mostrado arrepentido de lo que había hecho, aunque quizás el temor a que la organización lo condenara a la pena de muerte, también pudo impulsar su arrepentimiento.
Para Alfredo Vivono la situación de Baravalle es distinta. "Cuando lo detuvieron no estaba convencido del proyecto político que tenía que encarar, asi que cuando lo llevan al Servicio de Informaciones después de varios días de tortura, se quiebra, habla, les da información al grupo de tareas de Feced, al que se suma para cometer los mismos delitos que los represores".
Para Vivono el análisis de los quebrados es distinta: en Rosario hubo cinco casos, además de Folch y Chomicky, y Porta-Baravalle, esta "Tu Sam" Brunato, que usaba uniforme y cobraba sueldo.
"Es verdad que el Pollo torturó y violó y bajo ninguna excusa puede ser comprendido -agrega el ex subsecretario de derechos humanos. "A mí me causa mucho dolor, y siento que por un lado es una víctima más, y por otro lado sé que también cometió los mismos delitos que los represores. Cuando escucho a sus víctimas denunciarlo, los respeto. No le podemos escapar a la verdad, más allá de lo que nos genere. No podemos esquivar la memoria y la justicia y si cometió delitos, deben ser enjuiciados igual que el resto".
Angel Florindo Ruani, ex oficial montonero, es el menos contemplativo con Baravalle. "Lo torturaron como a todos lo que caímos, pero el Pollo tomó un camino que pocos tomaron, que es la de colaborar, y participar en el terrorismo de estado. Lo que más le achacamos a Baravalle no habrá en determinado momento de la democracia, haber contado lo que hizo y lo que vio porque el sabe perfectamente como se torturaba, como se violaban quienes lo hacían. En este sentido estuvo un año y medio del Servicio de Informaciones, conviviendo con la Patota de Feced, por lo que tiene conocimiento de los que pasaran entre junio de 1976 y diciembre de 1977, y que pasó con los cuerpos de los compañeros que no ha sido encontrados. Eso Baravalle lo sabía y se lo llevó a la tumba".
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